El monasterio románico, que recibió casi 20.000 turistas en 2021, lanza un novedoso ‘videomapping’ y juegos de realidad aumentada. El ‘videomapping’ recrea los capiteles que fueron llevados en 1871 al Museo Arqueológico de Madrid y nunca regresaron. El siguiente proyecto va a digitalizar el monasterio para poder pasearlo y disfrutar de su arte desde el otro lado de la pantalla.
Cuatro proyectores y quince minutos para explicar la historia del Monasterio de Santa María la Real. Sin pantallas, sin paneles que tapen el arte. Las imágenes discurren sobre las piedras del ábside y sobre las columnas de los laterales. «Propuse hacer un ‘videomapping’ y quitar la pantalla que estaba situada delante y que utilizaban para un audiovisual antiguo. Quería proyectar sobre la piedra, respetar el patrimonio y no esconder nada», explica el historiador del arte y diseñador Jesús Allende Valcuende, responsable del proyecto. El ‘videomapping’ no es otra cosa que una narración dinámica y llena de vida con voz y con imágenes, que atrae a grandes y a pequeños. Es una de las últimas apuestas de la Fundación Santa María la Real para atraer turismo, para llamar a las visitas y para dar a conocer su rico patrimonio.
Esta apuesta ha tardado un año en ver la luz. «Tecnológicamente y a nivel de ilustración, dio bastantes problemas. Es una mezcla de animación y realidad virtual, que tiene que entretener y enseñar a niños, a mayores y a historiadores, a todas las personas que lo vean», argumenta Allende Valcuende. Comenzó a proyectarse en verano, aún en pruebas, y hace poco más de un mes ya vio la luz definitivamente. Varía mucho si se ve en visita diurna –entra algo de luz por las ventanas– o nocturna, donde la oscuridad y el silencio lo envuelven todo.
En una de las primeras imágenes, un jabalí gigante de colores corre velozmente hacia el público. Es la pieza que perseguía el cazador Alpidio en el año 822, cuando descubrió dos cuevas con reliquias y avisó a su hermano Opila. Según la historia, ellos son los fundadores del monasterio, bajo la protección de la Peña Longa (para protegerse del viento del norte) y con agua al lado. «Ese caballero que véis es mi hermano Alpidio», dice el narrador de la historia, que no es otro que Opila. «Si yo fuera una leyenda, ¿cómo os podría estar hablando ahora?». Esta animación está gustando mucho a los visitantes, sobre todo la escena donde los capiteles, que se llevaron al Museo Arqueológico de Madrid en 1871 y ya nunca volvieron, ascienden por las columnas laterales del ábside y retornan a su sitio. Y de verdad parece que están de nuevo en el monasterio, hasta que termina el ‘videomapping’ y desaparecen de su lugar de nuevo.
Santa María la Real contabilizó el año pasado unas 19.000 visitas. «Una cifra muy buena, si tenemos en cuenta que estuvimos varios meses con el cierre perimetral de la comunidad», señala César del Valle, guía, coordinador del Centro Expositivo ROM y de las actividades del Monasterio de Santa María la Real. Antes de la pandemia, en 2019, los números rondaban las 20.000. «Eso sí, el año de las Edades del Hombre (año 2018), duplicamos esa cifra», añade.
Trabajan con el objetivo de incrementar el turismo, de conseguir que más público acuda a ver Santa María la Real y disfrute con la visita. «Queremos dar a conocer el monasterio y que los turistas también conozcan nuestros pueblos, nuestras iglesias, con más de 250 en 50 kilómetros, y sus gentes. Luchamos por enseñar nuestro patrimonio y que genere empleo, puestos de trabajo, visitas…», afirma Del Valle. Y para lograr que el patrimonio sea entretenido, emocionante y educativo se están apoyando en las nuevas tecnologías, dentro del proyecto europeo MUS.net.
Tres posibles recorridos
Además del ‘videomapping’, cuentan con tres audioguías distintas, que dependen del tipo de recorrido que se haga (visita artística, la cara oculta del museo y la ruta infantil) para conocer a fondo el monasterio. También, una pantalla de realidad aumentada, con la imagen del monasterio inicial, el del año 1200, sobre el que sobrevuelan los dibujos que gracias a un escáner hacen los niños que acuden. ‘Colorea tu dibujo y observa cómo cobra vida’, señala el cartel. Al lado, en un par de bancos de madera, dos cubiletes llenos de pinturas y folios con el perfil de una mariposa, un pulpo, un caballo, un lince o un camaleón. «Hasta hace poco, los niños que venían tiraban de la chaqueta o del pantalón de sus padres, como una señal, cuando se aburrían y ya querían irse. Ahora es al revés, son los padres los que tiran de los niños. Las cosas sencillas funcionan», reconoce César del Valle con orgullo.
El siguiente proyecto que está en marcha y que se espera que pueda comenzar a funcionar en junio es la digitalización de las visitas, poder pasear por el claustro, por el refectorio, la sala capitular y por las distintas estancias de Santa María la Real sin moverse del sofá. Un paso más para llegar a todos los rincones y mostrar la belleza de este monasterio románico, que ya cuenta con algún elemento gótico como el arco apuntado o las bóvedas de crucería. Junto a esto, las rutas teatralizadas, que suelen funcionar en Semana Santa y en verano, y los distintos talleres para dar a conocer la historia y el arte del monasterio, que fue abandonado durante más de 150 años, llegando a ser utilizado durante la Guerra Civil como cuartel militar de la Falange.
«Hasta una ruina puede ser una esperanza», afirmó Miguel de Unamuno, delante del monasterio, o lo que quedaba de él, sobre 1920. Años más tarde, en 1978, José María Pérez ‘Peridis’ puso en marcha la Asociación de Amigos del Monasterio y promovió su rehabilitación y la creación de la Fundación Santa María la Real, que continúa trabajando por mostrar su belleza y crear empleo en su tierra. Esta frase, la del escritor de ‘Niebla’, aparece en el ‘videomapping’ porque también es parte de la historia del Monasterio de Santa María la Real.
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