El Valdeginate es el río que baña (por decirlo de alguna forma) Castromocho. Su nombre procede de “Vallis Ginginnati” (valle de los jinetes) por transcurrir por una zona poblada de caballos.
Nace en Población de Arroyo un pueblecito del partido judicial de Carrión y desembocaba en la laguna de la Nava hasta que esta fue saneada en los años 60. Desde entonces lo hace directamente en el río Carrión en Palencia.
Tiene una longitud de 65 Kms, una altitud de 880 m. en su nacimiento y 730 m. en su desembocadura.
En su recorrido pasa por Arroyo, Villalcón, San Román de la Cuba, Cisneros, Mazuecos, Frechilla, Autillo, Abarca, Castromocho, Baquerín, Grijota y Palencia.
El cauce del río se ha cegado siempre con mucha facilidad debido a la tierra que arrastra y a su poca pendiente: tiene un desnivel de 150 m. desde su nacimiento hasta su desembocadura. Se cuenta que a principios del siglo XVIII, un carro cargado de mies, podía pasar por debajo del puente del Mercado.
Sin embargo al siglo siguiente ya estaba muy cegado, causando grandes riadas, con las considerables pérdidas y desgracias personales.
En la riada de 1860, por ejemplo, el agua llegó hasta el Ayuntamiento y el barrio del Arrabal quedó aislado durante varios días. Claro que esto no fue ninguna novedad, pues ya el 19 de Enero de 1527, hubo una gran inundación que arruinó más de noventa casas en el barrio de San Pedro.
En el año 1890, el gobierno otorgó una subvención para agrandar el cauce. Se restauró el puente del Mercado y se hicieron los dos arroyos laterales, el de la derecha para regar el Prado y el de la izquierda para recoger las aguas que bajaban del pueblo.
Con el paso de los años se volvió a cegar y una vez más a mediados de los años 60 -debido a las grandes riadas que sufría el pueblo todos los años- hubo necesidad de limpiar y profundizar una vez más el cauce.
En esta reforma se hizo un pequeño cauce central -conocido popularmente como el “canibú”- para conducir las escasas aguas en las épocas secas del año; se ensancharon y limpiaron los arroyos laterales, se hizo la presa del cornaguillo con el fin de retener agua para el ganado, evitar que el río se secara en verano y que los arroyos laterales dispusieran de agua para regar el prado; también se hizo el salto de agua colindante con el término municipal de Abarca.
Con esta obra, que duró varios años y dio trabajo a muchos vecinos del pueblo, el río quedó impecable pero a cambio se perdieron cosas tan valiosas como el puente romano, se cegó un ojo del puente nuevo, el paseo, el tenquero, el cornaguillo y la variada pesca del río.
Si sopesamos ahora lo bueno y lo malo de aquella obra fluvial creo que las consecuencias fueron más negativas que positivas pues las pérdidas fueron mayores que las ganancias y más aún si consideramos que a los pocos años el río volvió a encenagarse al igual que lo estaba antes.
Actualmente poco se notan aquellas obras. El cauce se ha vuelto a poblar de maleza y espadaña. Nada se ha hecho por limpiarlo lo que evitaría muchas riadas. Los últimos años hemos vuelto a las andadas de antaño y cada invierno que llueve un poco fuerte el Valdeginate se vuelve a desbordar ocasionando no pocos daños en el parque y zonas colindantes al cauce.