Hasta finales de los años sesenta Castromocho estuvo rodeado de un anillo verde constituido por majuelos y huertas. Refugio de perdices, codornices y liebres daba un encanto especial a esta tierra tan árida y seca.

Con la concentración parcelaria y el declive de los pueblos castellanos esta belleza natural fue desapareciendo paulatinamente. No obstante aún queda en el recuerdo de muchos las huertas de que gozó Castromocho en tiempos pasados.

  • Huerta de los Velasco: Se encontraba en el camino que va a la fuente del Caño, a mano izquierda nada más pasar el puente viejo. En los últimos años se la conoció como la huerta del Sr. Alipio pero nunca fue de su propiedad sino que la tenía alquilada.
  • Huerta de Mariano Delgado (Viguera): se encontraba a la izquierda del camino a Torremormojón a la altura de la fuente del Caño. Estaba circundada por el lado oeste por una tapia de ladrillo rojo macizo levantado por el Sr. Saturnino González.
  • Huerta de Bernardo Criado: estaba ubicada a la derecha del camino a la Torre Mormojón una vez pasada la huerta de Viguera.
  • Huerta de Moisés Matía: se hallaba a la derecha del camino que iba a la estación desde el puente viejo. Aunque pequeña tenía unos excelentes árboles frutales.
  • Huerta de D. Aurelio Villarroel: se encontraba a la izquierda del camino que va al Cornaguillo apenas pasado el puente nuevo. Más tarde la compró Gregorio Clérigo quien cegó la noria, la roturó y la sembró de los productos típicos de la tierra para abastece de alimento el rebaño de ovejas que tenía.
  • Huerta de D. Clemente Herrero: se encontraba a la derecha del camino al Cornaguillo pasada la huerta de D. Aurelio Villarroel. Su dueño D. Clemente mando cavar un hoyo por debajo del nivel del río para abastecerse de agua y así evitar que la noria se secara en el verano. Popularmente se conocía como el Tenquero.
  • Huerta de Félix Villarroel: estaba ubicada a la izquierda de la carretera a Capillas una vez pasadas las vías del tren a la altura de la fuente de Carrecapillas. Toda ella estaba rodeada de una tapia de adobes de los cuales ya no queda nada.

Todas estas huertas tenían noria propia de donde se abastecían de agua para regar la gran variedad de hortalizas y árboles frutales que se cultivaban en ellas.