Nazaret Mateos acaba de ser reconocida con este premio en Bruselas por su proyecto Entresetas, al que traslada lo que aprendió jugando y la esencia de la Sierra de la Culebra zamorana. El galardón destaca que su método de cultivo maximiza la calidad del producto y minimiza los insumos para así reducir el consumo de agua. Castilla y León tiene solo el 3,4% de la superficie ecológica nacional pese a doblar hectáreas en cuatro años.
Después de llevar «toda la vida» cogiendo setas como afición, hace cinco años que Nazaret Mateos decidió dar un giro vital y cambió su trabajo en una multinacional de las telecomunicaciones por la agricultura.
«Soy agricultora», declara sin ningún tipo de dudas; es más, su buen hacer la ha llevado a ser merecedora del premio Mejor Agricultora Ecológica concedido por la Comisión Europea hace tan solo una semana.
Esta zamorana de la Sierra de la Culebra tiene su explotación en el municipio palentino de Paredes de Nava, donde se dedica al cultivo y comercialización de setas, «todo en ecológico».
Cultiva 17 variedades tropicales, europeas y japonesas con el objetivo de tener disponibilidad de producto en cualquier época del año, pero siempre partiendo de la premisa de «hacer el menor gasto hídrico y energético».
Nazaret añade que en su explotación «tenemos en cada temporada lo que la climatología pide, no queremos forzar temperaturas, te das cuenta de lo que comen, de la estacionalidad, de cómo en otra orografía se adaptan con estas temperaturas y lo extrapolas a tus cultivos y se adapta súper bien».
De hecho, el premio que Bruselas la ha concedido se justifica en el desarrollo de un método de cultivo que maximiza la calidad del producto y minimiza, en paralelo, los insumos para así reducir el consumo de agua.
«Se trata de personas, organizaciones e instituciones increíblemente comprometidas, que llevan fomentando la producción ecológica desde mucho antes de que se hiciera popular, a menudo en circunstancias muy difíciles», apuntó el comisario de Agricultura de la UE, Janusz Wojciechowski, en la ceremonia de entrega de premios.
Aprender jugando
Nazaret aprendió sobre setas «jugando», en una zona como la Sierra de la Culebra, y lo que fue su afición de años se ha convertido en su medio de vida. «Siempre le decía a mi marido que cuando fuera mayor me iba a dedicar a esto y me dijo: no esperes, hazlo ya».
Así surgió Entresetas, un proyecto que se puede definir como global dado que también implica a recolectores silvestres y suma una parte ambiental y social.
Desde los inicios, esta agricultora ha buscado que su producto se diferenciara del resto por la textura y frescura, «cada caja de setas son una parte de nosotros, de nuestra esencia» y como consumidora, siempre se había encontrado con la complicación de poder acceder a seta fresca. «A lo mejor las encuentras que han estado 15 o 20 días en una cámara, pero no saben igual, como consumidor lo echábamos de menor, y siempre hemos buscado acercar al consumidor esa seta recién cortada».
Esto le ha permitido tener clientes «fieles desde el principio», y aunque una parte de su producción va a la restauración, «contamos con mucho consumidor final».
Reconoce que su crecimiento, de manera ecológica y sostenible«, ha sido más lento que el de otro tipo de producción pues »nos ha costado muchísimo certificar nuestras instalaciones, no entrábamos en los marcos subvencionables y nuestro crecimiento es más lento«, pero aún así, »soy capaz de luchar hasta la extenuación por mejorar la agricultura y el medio ambiente«.
Para esta profesional, el perfil de explotación que regenta la convierte, en cierta medida, en «el patito feo de la agricultura» por toda esa complicación que supone transmitir conceptos de innovación.
«Nuestros consumidores valoran mucho más el producto y es a lo que se va a tender de forma natural, a saber lo que comemos, y tenemos que ser capaces de transmitir lo que hacemos».
Considera, igualmente, que el consumidor «debería saber el esfuerzo que hay detrás de la agricultura ecológica, la base de su alimentación», y aunque es «muy fácil explicar al Parlamento Europeo lo que hacemos, al consumidor es más complicado porque llevan años pensando que se les vende humo y no es cierto, pagamos por unas inspecciones meticulosas que digan que lo estamos haciendo bien y eso no se debería desvirtualizar».
Para Nazaret la agricultura ecológica es «un todo, una suma de muchas partes» y enumera la necesaria sostenibilidad «ambiental, económica y social». Tiene claro que «debes trabajar con la gente de alrededor para generar una riqueza de conjunto y salir todos adelante».
En su caso el trato es directo con el recolector, la montaña palentina, la Sierra de la Culebra o con el agricultor que cultiva el cereal, «trabajamos todos a una para conseguir el mejor producto, eso no se logra de manera independiente, sino con los mejores recursos forestales o la mejor paja».
Setas tras los incendios
«Cuando te cansas de llorar tienes que buscar soluciones». Esa es la premisa de la que Nazaret parte para implicarse en la reforestación de la Sierra de la Culebra.
Los incendios que han devastado la zona el pasado verano han movilizado a empresas del mundo forestal, pero también a propietarios particulares o juntas vecinales para buscar soluciones. En concreto, Nazaret participa en un proyecto de regeneración de la Sierra de la Culebra, «una reforestación consciente apoyada en el patrimonio micológico porque no solo es plantar pinos, sino futuro».
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