El conjunto de Rivero cedió en casa de Andorra, que se coloca primero en la tabla, pero mantiene la diferencia de puntos a favor. La afición andorrana empujó con fuerza a su equipo, que buscaba con ansia la revancha por la final de la Copa Princesa.
No pudo ser. Esta vez el Zunder Palencia no pudo hacer el más difícil todavía para conquistar el fortín del Principado. Con un lleno hasta la bandera, el Pavelló de Govern regaló un recibimiento a la altura al flamante campeón de la Copa Princesa.
En este caso, el MoraBanc Andorra no decepcionó a su parroquia en un envite que tuvo varios premios y un significado especial para el plantel anfitrión. En primer lugar, la posibilidad de desempatar las idénticas trayectorias con las que los dos aspirantes se presentaron a la cita en un exitoso balance de 19 triunfos y solo dos reveses. Por otro lado, dirimir la posición de liderazgo dentro de la tabla clasificatoria. Y, por último pero no menos importante, la posibilidad de obtener la revancha después de lo vivido en el Pabellón de Palencia el pasado 11 de febrero, en una fecha que ya quedará para el recuerdo en la entidad de la ribera del río Carrión.
![Zunder Palencia-MARCADOR](https://castromocho.com/wp-content/uploads/2023/03/20230305_Zunder-Palencia-MARCADOR.jpg)
El choque de trenes arrancó de la forma prevista, con diez jugadores dispuestos a no ceder un solo milímetro a su adversario. Una tensión que hizo presa sobre Nacho Llovet, uno de los protagonistas más expertos, para permitir un parcial 0-11 que obligó a Natxo Lezkano a parar el cronómetro ante la avalancha palentina.
Con las ideas más claras regresó el cinco local al parqué en una defensa que secó el manantial de puntos de Devin Schmidt. No fue casualidad los más de cinco minutos sin anotar de un Zunder Palencia que se vio sometido por un rival que firmó las tablas con dos tiros libres de Rafa Luz (14-14, min. 7). Sin duda, un buen anticipo del mejor combate libra por libra que se puede disfrutar en la actualidad dentro la LEB Oro. Por el mismo sendero circuló un segundo cuarto en el que ningún equipo fue capaz de tomar distancia en el marcador y en el que los más talentosos se encargaron de ganar la batalla a las defensas. Dee, Maric y Rafa Luz dibujaron un tridente ofensivo que anuló el reparto coral de los muchachos de Pedro Rivero.
Se echó en falta el desequilibrio de un Mathieu Kamba lejos de su mejor versión, unido a los problemas a la hora de cerrar el rebote por parte de los interiores palentinos. Unos déficits que, en todo caso, no fueron impedimento para marchar al descanso con una ligera ventaja forjada en un último parcial 3-11 antes del paso por los vestuarios.
Mucha igualdad
Tampoco la reanudación supuso alteración alguna en un pulso abocado a definirse en el último cuarto como síntoma de la igualdad entre dos equipos llamados a metas mayores. Pedro Rivero diseñó una propuesta más dinámica, con jugadores agresivos e intensos como respuesta a la mayor envergadura de un MoraBanc Andorra que se encomendó a su interminable batería de interiores. Por eso no extrañó a nadie el buen momento vivido por Wintering y la resurrección de Kamba dentro de un esquema que potenció sus virtudes. Su liderazgo ofensivo permitió a sus compañeros competir de tú a tú ante un contrincante llevado en volandas por 5.000 gargantas.
Una batalla con algo más que un partido en juego condensada en diez minutos de infarto. Sin perder tiempo ni energía, ambos bandos se lanzaron a un intercambio de golpes en las dos canastas con más ruido que nueces.
La intensidad en defensa y la ansiedad en ataque hicieron mella sobre lanzamientos muy incómodos. Casi la mitad del cuarto necesitó el Zunder Palencia para voltear el tanteador con una canasta de Kamba bajo el tablero entre una maraña de brazos (70-72, min. 35). Un preludio de las turbulencias que aún estaban por venir. Quizá el último momento antes de que los chicos de Natxo Lezcano encontrasen una marcha más en su caja de cambios para encontrar un botín en forma de parcial 9-0 que obligó al bando morado a ir a remolque en un ejercicio de funambulismo sin red de seguridad.
Ni siquiera la aparición estelar del exterior congoleño (19 puntos en la segunda mitad) pudo impedir una derrota que certificó Andric desde la línea de tres con un lanzamiento que sonó a porcelana hecha añicos
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