El asombroso estado de conservación de la momia de doña Urraca 850 años después

Dámaso

4 de septiembre de 2023

La Diócesis refuerza el sarcófago exterior de la reina de Asturias y lo devuelve a su lugar de honor en la capilla del Sagrario de la Catedral.

El sarcófago con los restos de la reina doña Urraca, que murió el 12 de octubre del año 1189, regresó en vísperas del día grande de San Antolín al espacio que tiene reservado en la capilla del Sagrario de la catedral desde que en 1532 se decidió tal emplazamiento, como recogió en la Silva Palentina don Alonso Fernández de Madrid, Arcediano del Alcor: «y se puso en lo alto de la pared en una tumba de madera pintada y dorada como ahora aparece con su letrero».

El llamativo féretro en madera policromada fue descendido de su emplazamiento de honor para su participación en la exposición ‘Renacer’, uno de los actos programados por el Cabildo para celebrar los 700 años de la colocación de la primera piedra de la catedral gótica el 1 de junio de 1321. Al término de la muestra, y antes de su vuelta a la cornisa elevada, se decidió efectuar algunas reparaciones en el sarcófago, al advertir que la tabla del fondo presentaba signos de deterioro y debilitamiento, según explica el periodista de la Diócesis de Palencia Antonio Rubio.

Esta labor ha sido realizada por la restauradora de arte Celia Rosa García, en una de las recapillas de la catedral. Para ello, se comenzó por extraer el ataúd interior con tapa de cristal que acoge los restos de doña Urraca, cubiertos con un sudario blanco y un manto de seda azul, regalo éste de la reina Isabel II cuando contempló la regia momia el 4 de febrero de 1865.

Posteriormente, la restauradora ha procedido a los trabajos de desinsectación y protección contra los xilófagos, reposición de faltas en la tablazón del fondo, refuerzo y consolidación. No ha sido, por lo tanto, una intervención en la policromía exterior ni una restauración del mueble, sino tan solo una reparación y refuerzo de la base, a fin de frenar el deterioro y garantizar su futura estanqueidad.

Terminada esta intervención, el sarcófago y el ataúd, fueron trasladados por separado a la capilla del Sagrario y, una vez allí, tras la introducción del féretro con tapa de cristal en el interior del sarcófago policromado, operarios de la empresa Rivero, adjudicataria de las obras que actualmente se realizan en la Catedral, procedieron al izado hasta su emplazamiento de honor en la capilla del Sagrio.

Aprovechando la reparación del sarcófago, el servicio fotográfico de la Diócesis y de la Catedral ha tomado fotografías de la operación y del estado de conservación la momia de la reina doña Urraca, ya que la única imagen existente hasta ahora fue la realizada el 11 de diciembre de 1896, durante una sesión científica que se celebró a instancias de la Real Academia de la Historia. En aquella ocasión, el doctor Francisco Simón Nieto, que desempeñaba el cargo de secretario de la Comisión de Monumentos, procedió al examen de los restos, elaborando un dictamen sobre el estado de conservación. «La momia de doña Urraca medía un metro y seiscientos veintidós milímetros, tenía los brazos cruzados sobre la cintura, las manos eran pequeñas y finas y las piernas rectas y fuertes, su cara ovalada, con ojos no muy grandes y la barba redonda y pequeña. Lo que más llamaba la atención eran los extensos perímetros torácico y abdominal, especialmente el último, con relieves tan acentuados, que permiten asegurar la corpulencia y obesidad de esta señora. La obesidad, aunque grande, no era deforme sino simétrica y ordenada y encaja bien en la aventajada estatura, en la esbelta rigidez de una dama cuyo espinazo tuvo muy pronunciada la curvatura lumbar. El volumen de todo el tronco y de los miembros, especialmente el inferior, contrasta con el desarrollo fisiológico de la actividad cefálica y la finura y delicadeza· de las manos y los pies».

Doña Urraca, nacida el 1133 en Soto, concejo de Aller, en Asturias, era hija ilegítima del emperador Alfonso VII de León. Contrajo matrimonio con el rey García Ramírez de Navarra. Después de enviudar, volvió a su tierra donde gobernó hasta 1165 y con su segundo esposo, el magnate Álvaro Rodríguez de Castro, se sublevó contra su medio hermano el rey Fernando II y protagonizó un intento de independencia de Asturias.

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