Idem de Lienzo y Green Pears Socks son empresas regentadas por mujeres en el medio rural palentino que han logrado hacerse un hueco en el mercado.
Adriana González y Sol Pérez tienen 24 y 51 años. Frente a aquellos que hacen la maleta y se marchan de su lugar de origen en busca de una oportunidad laboral en una gran ciudad, ellas decidieron apostar por emprender y desarrollar su proyecto de vida en Hontoria de Cerrato . La idea surgió cuando una de ellas estaba todavía estudiando y, de hecho, lo que actualmente es Green Pears Socks, una empresa de diseño de calcetines de fantasía, en su momento nació como parte de un trabajo de clase. A partir de ahí, «juntas y en torno a un buen café» se pusieron a trabajar.
El camino no ha sido fácil y reconocen que emprender, y más en el medio rural, no ha sido una tarea sencilla. «Se dice que es de valientes e incluso tus seres queridos a veces te quitan la idea pensando en tu bien, pero eso no me sirvió de excusa para no intentarlo», reconoció Sol que aún recuerda la ilusión y las ganas de ambas «por hacer su sueño realidad». Fue una decisión arriesgada especialmente para ella ya que trabajaba en una farmacia de la capital y, aunque al principio pensó en compaginarlo, al final tuvo que «lanzarse a la aventura». «Da vértigo pero merece la pena».
Tampoco su socia Adriana pensó nunca en tirar la toalla aunque, a su juicio, lo más difícil fueron las trabas burocráticas y el «dar forma» a la empresa. Lo sabía bien antes de «ponerse manos a la obra» ya que proviene de una familia de emprendedores que siempre decidieron apostar por su tierra. «Quiero seguir sus pasos y poner mi granito de arena. Es verdad que llevar una empresa es complicado pero también es satisfactorio».
Ellas se encargan y supervisan todo el proceso de elaboración empezando por el diseño de la prenda. Primero se elige qué tipo de calcetín se va a realizar y a partir de ahí se valora la carta de colores en tendencia y el diseño que se crea a partir de píxeles. «Lo realizamos primero en un programa para luego trasladarlo a una plantilla específica que solo trabajan las máquinas». Su labor nada tiene que ver con la producción industrial. De hecho, y aunque reconocen que puede parecer sencillo, a veces llegan a transcurrir dos meses hasta que reciben el calcetín terminado. «En ese momento nosotras mismas lo recibimos, lo empaquetamos con mimo y enviamos».
Esa dedicación, además de una mayor calidad, hace que los clientes valoren el producto artesano y las ventas se disparen de cara la Navidad. «Partimos de que es el regalo perfecto porque prácticamente todo el mundo utiliza calcetines y es un producto de calidad con un precio asequible». Además, Internet ha abierto todo un mundo de posibilidades a este tipo de empresas. La venta online les permite instalarse en un pequeño municipio y desde allí, llegar a todos los rincones del mundo, lo que contribuye al desarrollo de la llamada España vaciada. Tanto es así, que su idea es crecer como marca y aumentar su visibilidad y posicionamiento. «A corto plazo queremos crear una línea infantil y dirigirnos a un mercado también internacional. Nuestra intención es trabajar, vivir y crear puestos de trabajo en Palencia».
Un objetivo que comparten con Luisa Guardo. Ella vive en Santa Cecilia del Alcor, un pequeño municipio palentino de apenas 120 habitantes. Lo hace rodeada de ovillos, bastidores, telares, ruecas y otros muchos utensilios más propios de otra época. Todos ellos dan sentido a su pequeño pero valioso taller de artesanía textil fundado en 1985 bajo el nombre Idem de Lienzo. «Se lo vi hacer a mi madre desde niña y me enamoró. Me encantaba todo lo relacionado con los tintes naturales, estar pendiente de las ollas, el hacer de contrapeso para meter una urdimbre. Todo eso ha formado parte de mi infancia».
Más tarde, cuando apenas había cumplido 22 años, lo convirtió en su profesión. Su trabajo consiste en realizar una pieza textil desde cero. «Desde el origen de la materia hasta el terminado de la pieza, la tela o del complemento que vayamos a crear». Para ella la mecanización no es una opción y, aunque sigue trabajando de la misma forma que lo hacían sus antepasados, intenta innovar. Incluso se atreve a «jugar» con técnicas japonesas o más orientadas a la estampación o el bordado. «Es una forma de hacer arte», explicó.
Igual que les ocurre a Adriana y a Sol, Luisa también siente que, aunque son muchas las personas que valoran un producto hecho de manera artesanal, lo cierto es que «no son prendas para todos los públicos» y lamenta que, a veces, no se aprecie la cantidad de trabajo que hay detrás. «Hay que tener en cuenta que son prendas que van a durar mucho tiempo y que están hechas con las primeras calidades».
Para ella, en todos estos años de trayectoria, la época más complicada llegó con la pandemia. «Todo se paró, las tiendas cerraron y las preocupaciones eran otras. Los autónomos y pequeñas empresas lo pasamos muy mal aunque también fue un momento muy creativo, con muchísimas ideas y proyectos que fueron cogiendo forma y, aunque fue una etapa dura económicamente, sí que me ayudó a estar rotundamente convencida de que este era mi camino», recordó.
Hasta llegar a ese punto y durante muchos años, recorrió ferias y exposiciones con el fin de promocionar y vender unas creaciones que a día de hoy se pueden comprar de manera presencial en tiendas físicas de Bilbao, Vitoria, San Sebastián, Villafranca, Valladolid y por supuesto, Palencia. Una apuesta que se ve reforzada por la venta a través de Internet. «Es una herramienta que te abre el abanico de posibles clientes y permite que más gente conozca tu trabajo».
Ambas empresas, además de ser ejemplos de emprendimiento femenino en el medio rural, abogan por el cuidado del medio ambiente. Luisa tan solo utiliza fibras naturales en telar manual, con tintes naturales y sus tejidos se procesan de forma sostenible con 0% huella de carbono. En el caso de Adriana y Sol, recurren al algodón peinado ya que su mayor calidad permite más durabilidad y comodidad. Además, su embalaje es reutilizable y sus etiquetas están hechas con semillas plantables. Aspectos, todos ellos, cada vez más valorados y atractivos para el consumidor, que pueden servir como originales regalos de cara a la Navidad.
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