Las obras de restauración de la Catedral dejan al descubierto una cripta visigoda o prerrománica. La capilla de San Isidro contiene unos restos arqueológicos, situados a la misma profundidad que la de San Antolín, que sobrepasan por debajo los muros de la seo.
Un gran muro curvo con una cripta abovedada de la época visigoda o prerrománica. Esto ha aparecido en el subsuelo de la capilla de San Isidro de la Catedral, antes llamada de San Miguel, durante las obras de restauración de la misma. La excavación goza de una profundidad de casi cinco metros y el descubrimiento supera los cuatro, sobrepasando los muros de la seo por debajo de la misma.
Esta intervención, junto con la de otras capillas, la puerta del Obispo y la obra exterior de la girola se enmarcan en el programa del 1,5% Cultural del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, junto con la Diócesis, que sufraga el 40% de la misma. La capilla de San Isidro es la última de la girola que quedaba por restaurar, ya que todas tenían patologías derivadas de las humedades por la construcción, a principios del s. XX, de una terraza en la zona superior de la girola que no funcionó.
Esta actuación requería de una restauración integral, que implicaba el suelo, los paramentos, la bóveda y las vidrieras, de gran importancia porque son las únicas que tienen restos de las del siglo XVI. Y se hizo además, al levantar la tarima de madera, una cata arqueológica, «una investigación habitual para aportar información sobre el monumento y una pieza más en el puzzle de la arqueología para conocer lo que hay en el subsuelo de la Catedral», argumentó este viernes Florentino Díez, arquitecto de las obras junto con Ignacio Vela.
«Estamos en un momento importante en la Catedral, justo después de la exposición Renacer y se quiere dar un nuevo impulso a la misma. Y dentro de este impulso también están las obras de restauración», señaló, por su parte, Ignacio Vela.
Esta segunda cripta que ha aparecido es «un hilo que puede permitir complementar con más estudios la existencia de estructuras más importantes», analizó Díez, tras argumentar que estos restos han sido «una sorpresa».
Datar este hallazgo no es tarea sencilla. Con la información que se tiene hasta ahora es imposible concretar su época. «Tengo dudas sobre la cronología. Si tuviera que apostar por una cronología, me inclino por siglos posteriores a lo visigodo, algo equiparable al prerrománico, entre el siglo VI al X, pero aún no tenemos certezas», argumentó el arqueólogo Arturo Balado.
Sí que se conoce que bajo la Catedral se encuentran los restos de la Pallantia Romana. Esto ya ha sido documentado anteriormente, como explica Balado, «con niveles desde la época Alto Imperial, del siglo I d. C., hasta la época Tardía Romana, del IV o V d. C.». Normalmente al realizar una excavación y fechar los descubrimientos se basan en los niveles que tapan las estructuras, pero «aquí ya se encontraron estos niveles en el siglo XIV y se revolvieron, así que están completamente mezclados», explicó Balado, algo que dificulta datar este último hallazgo de la Catedral.
Una lápida de 2.000 kilos sobre el hallazgo arqueológico
La intervención del suelo consistía en retirar la tarima de madera para recuperar un pavimento anterior histórico, que se encontraba bastante deformado por diversos hundimientos. Varias lápidas de piedra, una de ellas superaba los 2.000 kilos, con la dificultad para moverla, tapaban varias monedas del siglo XVII y restos de cerámica antigua. Las lápidas descansaban en el lateral del hallazgo, apartadas tras descubrir la segunda cripta de la Catedral de Palencia y a la espera de saber si volverán a su lugar o dónde se podrán exponer.
Es seguro que es anterior a la construcción de la Catedral gótica, que comenzó a construirse en 1.400, por la propia forma constructiva y porque unos elementos muy antiguos. La relación con la Cripta de la Catedral y con San Bernabé es clara, «por la profundidad a la que han sido encontrados, por el tipo de sillares que componen la estructura, que solo se encuentran en la cripta de la Catedral y por los pilares y capiteles monumentales de San Bernabé, con un tipo de aparejo con los que la relacionamos», analizó el arqueólogo, responsable del descubrimiento.
Descubrir la función de este nuevo tesoro arqueológico, tampoco es tarea sencilla. «No conocemos la totalidad de su desarrollo, pero tiene, hacia la calle del Hospital San Bernabé, como cuatro o cinco metros. Es posible que desemboque en los restos conocidos de allí», dictaminó Balado. No se ha continuado excavando en profundidad, por la aparición del nivel freático (nivel superior del agua), pero «esperemos en un futuro seguir con esta intervención para intentar continuar con la excavación y resolver las dudas sobre la cronología», agregó.
La duda ahora es cómo continuar con la obra que se estaba llevando a cabo, con un calendario cerrado, un proyecto y una financiación. «Desde el Cabildo y la Diócesis se han hecho propuestas para ver escenarios de cómo tratar estos restos de forma compatible con la intervención, con el objetivo siempre de preservar los restos de la mejor manera posible», sentenció Florencio Díez. «El conflicto que tenemos ahora es que las obras deben estar concluidas en febrero», apuntó, por su parte, el deán Dionisio Antolín, que añadió que la próxima reunión para ver cómo se opera será el 31 de julio.
«El descubrimiento pone de manifiesto que hay algo, que tiene interés y que puede ser un recurso de futuro, pero requiere un proyecto ambicioso, recursos económicos y la implicación de varias instituciones», concluyó Díez.
La azulejería del s. XVI se incorpora al retablo de la Capilla Mayor
Además de la capilla de San Isidro, también se han acometido mejoras con el 1,5% Cultural en otras zonas de la Catedral. La obra en los arbotantes y pináculos de la girola, que se ha desarrollado durante la muestra de ‘Renacer’, ya ha concluido.
En la puerta del Obispo (puerta de Santa María) también se están llevando a cabo labores de restauración y posteriormente se comenzará con la de la Puerta de los Novios, la otra portada monumental que da a la plaza de la Inmaculada. Y en el interior, destaca la intervención, próxima a su finalización, en la Capilla Mayor, donde se va a consolidar definitivamente el descubrimiento de la azulejería del s. XVI, que apareció debajo del Retablo Mayor, y que se está incorporando al propio retablo. Además, la capilla de la Virgen Blanca, que ya tuvo una primera parte de restauración en la otra fase del 1,5%, está a punto de concluir.
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