Villaherreros ha convertido sus paredes en cuadros y ya cuenta con catorce murales que representan sus propias tradiciones y los paisajes de la zona.Miguel Delibes tiene su propio espacio entre los murales para reivindicar la vida de los campesinos y el trabajo del campo.
Tierra de Campos y tierra de arte. Las paredes de algunos municipios palentinos se exponen como el lienzo perfecto para dejar volar la imaginación de los artistas. Donde antes se dibujaban grietas motivadas por el paso del tiempo, ahora el color inunda ese espacio pobre y se presenta el conjunto como una obra en sí misma. Es el caso de Villaherreros, un municipio de apenas doscientos habitantes que ha hecho de sus calles un paseo para recordar con catorce murales a sus espaldas. Un proyecto que comenzó hace cinco años y, que desde entonces, no ha parado de crecer. «El primer mural gustó mucho al pueblo, a partir de ahí pensamos en la idea de que pudiera ser un recurso para provocar sensaciones a los vecinos y a los turistas», explica María Herrero, miembro de la Asociación Cultural Juvenil Sin Fronteras.
Junto con el Ayuntamiento de Villaherreros, la asociación buscó plasmar los secretos del municipio en un escaparate visible, y qué mejor lugar que las propias paredes. «Todos los murales representan el entorno del pueblo, tanto el paisaje como nuestras tradiciones», subraya María Herrero. Una muestra de que tal y como asegura la joven, «el arte urbano no está solo en las ciudades, también nos pertenece a los pueblos».
Un mensaje reivindicativo del valor que poseen los pequeños municipios y la importancia de darles vida en un momento en el que la despoblación está dejando huella en cada rincón. «Lo defendimos como una propuesta que iba a sumar al pueblo. Ahora con el coronavirus, queremos demostrar que los pueblos son lugares seguros y los murales se visitan al aire libre», señala María Herrero.
No solo es una oportunidad para el turismo rural, si no también una forma de influir en la psicología de los vecinos de forma positiva. Javier Revilla y Alba Martín, propietarios del estudio de tatuajes palentino Chorro Arts, participaron en esta iniciativa como forma de colaborar con el arte en «la estabilización emocional del individuo», aseguran. El mural que eligieron representa a la perfección el espíritu de la comarca de Tierra de Campos e incluye la siguiente cita de Miguel Delibes: «Si el cielo de Castilla es alto, es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo». Un mensaje envuelto en un paisaje del pueblo y compuesto por una paleta de colores que representa la estepa castellana, tal y como pretendían los artistas. «Se buscaba un dibujo que se identificara mucho con los vecinos y con la zona, y creemos que esto se adaptaba a esa idea», explican.
Convencidos de que el arte, en cualquiera de sus variantes, es una terapia colectiva defienden la pintura como una manifestación ancestral. A pesar de estar más acostumbrados al cuerpo como lienzo en su estudio de tatuajes, confiesan que comparte ciertas bases con los murales. «Nosotros lo tomamos como una expresión común del ser humano, que siempre ha pintado paredes y se ha pintado el cuerpo. Aunque sean lienzos distintos, hablamos de arte», señala Javier Revilla.
Ahora contemplar y entender la ruta de los murales en Villaherreros resulta aún más gratificante. Desde octubre, se ha puesto a disposición de los vecinos y visitantes un mapa y placas informativas en cada uno de dibujos para que se entienda mejor. Un recurso innovador que espera que sume turistas a este recorrido que asegura «puede ser un punto importante para la provincia».
La puesta en valor de los municipios de Tierra de Campos a través de la pintura resulta una idea interesante que también ha adoptado el Grupo Araduey-Campos. Junto con la Diputación de Palencia, esta asociación ha puesto en marcha un proyecto llamado ‘Del Cemento al Lienzo’ con el fin de impulsar los territorios a través de una galería de arte.
Potenciar espacios
«Es una manera de potenciar los espacios y de explicar aún mejor la vida en esta zona», comenta Susana de Hierro, técnico del Grupo Araduey. Este proyecto se comunicó a todos los municipios de la comarca, aunque manteniendo como base algunos criterios de ubicación para seleccionar los emplazamientos.
De los treinta espacios propuestos por los ayuntamientos, solo catorce fueron finalmente seleccionados. Para ello, además de la estructura del espacio y que fuera de titularidad pública, se valoró que los espacios propuesto tuvieran un componente simbólico en la localidad. Es el caso de Boadilla del Monte, que eligió los lavaderos para convertirlos en un homenaje al trabajo en el campo y la vida cotidiana en los espacios rurales. Los artistas Javier Carrera, Lucas Galbán y Ana Martín, bajo el nombre de ‘Espacio Matrioska’, apostaron por un mural con una combinación de llamativos colores donde se puede observar en los dibujos a mujeres trabajadoras, una iglesia, una fuente o un torreón. En la elección de lugares emblemáticos para el municipio reside la importancia de este proyecto, que tal y como comenta Susana de Hierro, se intenta «convertir en obras de arte espacios significativos caídos en el olvido».
Además de este municipio, otras diez localidades palentinas ya cuentan con su mural. Osorno es otro de los pueblos elegidos, que han escogido la fachada de la residencia de ancianos San Miguel de los Santos para albergar el arte. La alcaldesa de Osorno, María Félix Dehesa, afirma que «aunque teníamos pensado dos sitios, nos concedieron uno. Elegimos la residencia como un halo de esperanza en estos momentos».
Una idea que concuerda con el dibujo que la artista María Cuadrado ha plasmado en la fachada lateral del edificio. «Se trata de un bebé que nace de la tierra, y supone un punto de luz en los territorios. Además, en ese emplazamiento creo que representa un círculo: del nacimiento a la vejez», explica. Licenciada en bellas artes y acostumbrada a los murales en interiores, confiesa que esas dimensiones le han impactado, pero ahora asegura estar «enganchada a este tipo de arte y quiero seguir haciéndolo». Consciente del mensaje que proyecta el arte callejero, señala que «una obra de arte ni en el museo ni en la calle es para decorar, siempre tiene un valor reivindicativo detrás». Esta iniciativa recoge la esencia de cada localidad y presenta la oportunidad de perderse entre los rincones de estos pueblos para dejarse atrapar por un reflejo de la esencia rural.
El grupo Araduey-Campo aún tiene tres propuestas pendientes que quedaron en la reserva el pasado año. Es el caso de Frechilla, Cisneros y Castromocho, que decorarán los silos con un mural de enormes dimensiones. La complejidad del trabajo exige una mayor dedicación y presupuesto, por ello se están buscando patrocinadores además de contar con la colaboración de la Diputación y los ayuntamientos de los municipios.
Laura Linacero
El Norte de Castilla, 28 Marzo 2021.
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