Los vecinos de Magaz de Pisuerga aún están con el susto metido en el cuerpo tras el derrumbe parcial en la madrugada del viernes al sábado de una vivienda en la que residía un matrimonio de mediana edad junto a sus dos hijos.
El fatídico suceso, que podría haber acabado en tragedia, se salda con cuantiosos daños materiales pero, afortunadamente, no dejó víctimas ni daños personales graves. Según concretó a este periódico la alcaldesa de la localidad, Patricia Pérez, en el momento del derrumbe «ninguno de sus ocupantes estaba en el interior de la casa», construida en adobe y cuya fachada estaba totalmente rehabilitada.
Según Pérez, «fuertes ruidos» en diferentes puntos de la casa, «movimientos extraños» y «grandes grietas» que aparecieron en la fachada, dieron la voz de alarma a la familia que, según estas mismas informaciones, abandonaron la vivienda a la mayor brevedad posible. Un decisión del todo acertada visto el estado en el que ha quedado la vivienda en cuestión, convertida en una montaña de adobe, ladrillo y cemento.
Escombros entre los que se amontonan los recuerdos de esta familia cerrateña: somieres, colchones, armarios, juguetes, utensilios de cocina, armarios y estanterías repletas de libros al borde del abismo. Entre tanta tristeza: una imagen que invita a la esperanza, una fotografía familiar que aún cuelga de una de las paredes que han quedado en pie.
Los esfuerzos se centrarán en los próximos días en esclarecer el motivo del colapso parcial de la estructura de la casa, cuya construcción se remonta a mediados del pasado siglo, según el Castastro. «Todavía es pronto para determinar cuál fue el origen exacto del derrumbe, reconocía la alcaldesa.
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