Un estudio de la Etsiiaa que dirige el profesor Juan José Luque-Larena controla los movimientos de la rapaz deprepadora para localizar zonas de abundancia del roedor y ayudar a prevenir plagas.
Las plagas de topillos, cíclicas en varias zonas de Castilla y León, pueden contar ya con un elemento eficaz para prevenir su aparición, manejarlas de forma más efectiva y aminorar los enormes daños que causan en los cultivos, junto a la propagación de la turalemia, enfermedad presente en animales de campo transmisible a los humanos, especialmente a agricultores con efectos nada agradables. El mejor aliado depredador de esta especie es la lechuza campestre, una rapaz nocturna con un comportamiento nómada, que realiza grandes movimientos migratorios prospectivos para localizar áreas con abundancia de topillos u otros roedores que conforman la base de su dieta alimenticia.
Un trabajo de investigación universitario, en el período 2019-2022, ha permitido un anillamiento de varias lechuzas campestres para conocer su ecología reproductora y movimientos migratorios, con el fin de evaluar el papel que pueden estar desempeñando en el ciclo ecológico de la tularemia. «Podemos utilizarlas a la hora de monitorizar las zonas donde cazan y contar así con una alerta temprana para gestionar la población de topillos. Lo bueno que tiene esta ave es que solo come topillos y así detectamos las fases tempranas de su incremento, antes de que llegue la plaga», explica Juan José Luque-Larena, profesor titular del departamento de Ciencias Agroforestales de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias (Etsiiaa) del campus de La Yutera, integrado en la Universidad de Valladolid (UVa).
Este trabajo se enmarcan en el proyecto de investigación Fluctuaciones poblacionales de roedores silvestres y salud pública: ecología y dinámica de enfermedades zoonóticas bacterianas en el noroeste de España, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno y coliderado por la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de la UVa y el Instituto de Investigaciones en Recursos Cinegéticos (IREC-CSIC). Participan investigadores de otros centros como las universidades de Córdoba, de Castilla-La Mancha, Complutense de Madrid y de Aberdeen (Reino Unido), e Institutos como el Instituto de Salud Carlos III y el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria.
La lechuza campestre se alía con el topillo «Nuestro equipo se dedica sobre todo a estudiar y monitorizar las dinámica de las poblaciones de topillos, especialmente en Tierra de Campos. Observamos el ecosistema a nivel integral y la naturaleza es una herramienta útil para fijarnos en lo que hacen los depredadores especialistas de topillos como la lechuza campestre. Para ello, marcamos a las que nacen aquí en Palencia y vemos por dónde se mueven», añade Juan José López-Larena.
Como ejemplo del trabajo, una ave de esta especie llamada Tina, marcada con un emisor GPS vía satélite de menos de diez gramos de peso, atravesó recientemente -partiendo de la localidad de Gatón de Campos (Valladolid)- toda Ucrania migrando hacia Rusia en un viaje de 28 días con más 4.400 kilómetros. Antes atravesó ocho países y sobrevoló Kiev el pasado 23 de marzo, para continuar hacia el este hasta territorito ruso. Desde el 3 de abril sobrevuela este país y en la actualidad está cerca de la frontera con Kazajistán.
«Es como si el ave rapaz lleva un teléfono móvil con una plaquita solar que se va cargando. Así, podemos saber en tiempo real si las zonas donde se paran a cazar las lechuzas rapaces tienen abundancia de topillos, siendo centinelas de donde se generan brotes de esta especie. También nos desvela algo desconocido para la ciencia hasta ahora, que es la cantidad de kilómetros que hacen. Otras lechuzas han migrado a África y norte y este de Europa. Van prospectando por toda la zona paleártica donde hay topillos», concluye el profesor universitario de la Etsiiaa.
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