Está pegada a la radio, la televisión y el móvil para seguir el minuto a minuto de la guerra y en contacto directo con sus allegados, porque las comunicaciones no se han resentido.
Eugenia Lysova, una madre de familia ucraniana residente en Paredes de Nava, vive en una pesadilla continua desde que Rusia entró por las bravas en su país. «Se me saltaron las lágrimas al oír las primeras bombas por la radio. Me paralicé», explica a Diario Palentino sumida en un terrible disgusto.
Tiene familia y amigos en Ucrania, que lo están pasando «muy mal» y están intentando por todos los medios salir de un país tomado por el caos y la desesperación. «La gente tiene pánico a estar en casa y muchos están yendo a los búnkeres. Tampoco queda gasolina porque todos intentan huir a Polonia y Hungría. Es una situación terrible, muy peligrosa», señala esta paredeña de adopción, localidad a la que llegó hace un año. Allí reside con su marido, el también ucraniano Nico Shkurenko, y sus hijos Anna, de 8 años, y Adrián, de 6. «El Ayuntamiento y el pueblo nos han ofrecido todo su apoyo. Estamos muy agradecidos», relata.
Lo hace pegada a la radio, la televisión y el móvil para seguir el minuto a minuto de la guerra y en contacto directo con sus allegados, porque las comunicaciones no se han resentido. Entre tanto, su marido ha preparado un viaje en coche de 3.000 kilómetros para ayudar a familiares y amigos a salir del país. Y es que en Kiev, de donde son naturales, ya se escuchan las bombas. «Pido un acuerdo diplomático. Urge firmar la paz», concluye.
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