La bodega Señorío de Valdesneros, ubicada en Torquemada, produce un caldo dulce donde todo el azúcarprocede de manera natural de la uva.
De Palencia y de la cada vez menos desconocida Denominación de Origen Arlanza. Sin nada que envidiar a los alemanes, el vino dulce de uva de hielo de la bodega Señorío de Valdesneros se erige como una opción más para poner en valor, dentro como fuera de las fronteras españolas, el buen hacer vitivinícola, pero con unos matices y una elaboración que dan nombre a Amantia.
«Amantia es un vino naturalmente dulce, lo que significa que todo el azúcar que tiene procede de manera natural de la uva. Su maduración se puede definir como vino de uva sobremadura», afirma en declaraciones a la Ical el enólogo de la bodega, ubicada en Torquemada, Rubén Montero.
Su elaboración es similar a los vinos de hielo alemanes, aunque con matices, dado que los alemanes están realizados con variedades blancas, mientras que el palentino se hace con uva tinta. Para dar lugar a Amantia, la uva se vendimia congelada de forma natural y se prensa también congelada, lo que «es una forma física de concentrar el mosto», apunta.
Por las características del mosto, cuando llega a tres o cuatro grados bajo cero «se comienzan a formar cristales de hielo que, con el prensado, se quedan sujetos dentro de la pulpa de la uva». Gracias a ello, suelta un mosto «mucho más concentrado, tanto en azúcares como en ácidos». Explica que estos mostos fermentan parcialmente y dejan un vino dulce.
MATICES Y SABORES. Rubén Montero detalla que se trata de un vino de matices y que tiene distintos toques. La vendimia normalmente se hace sobre mediados de octubre, pero para tener esos tres y cuatro grados bajo cero, hay que esperar hasta diciembre o enero.
En ese proceso, parte de la uva «se pasifica y le entra un hongo, que es la botrytis, y se llega a pudrir algo». Aún así, en este caso le aporta el color ámbar del vino, así como unos aromas químicos, gracias a dicho hongo.
«Tenemos un vino que no es dulce al uso, porque hay una gran complejidad de aromas, ya sean de pasificación, miel, orejones, uva-pasa». En relación a la producción, comenta que se intentan sacar 2.000 botellas al año de medio litro, pero es «bastante difícil».
«Dejas una cantidad de uva determinada, pero entre lo que de pasifica, se comen los pájaros, lo que se comen las avispas o se pudre y se cae, puede variar mucho», comenta. Por ello, la media se marca entre las 1.300 y 1.600 botellas anuales, agrega el enólogo.
Principalmente, es un vino que se vende en exportación, con Suiza como principal país, al ser una zona donde más aprecian este tipo de bebida, pero también tienen aceptación de manera local y en España, al ser una «elaboración distinta».
denominación arlanza. «Nuestra fortaleza pasa por ser una denominación de origen pequeña y tener más libertad, pero no dejas de estar marcado por los grandes y nos toca trabajar mucho. Siempre te comparan con los hermanos mayores y es bastante complicado hacerte un hueco y defender que eres distinto y que te localizas en una zona diferente».
El enólogo deja claro que Arlanza no es tan buena climatológicamente como las grandes denominaciones que la rodean, como Rioja y Ribera del Duero, porque el clima es «extremo» entre esas dos denominaciones.
No dejan de ser vinos completamente distintos, con unos rendimientos muchos más bajos y unas características más complicadas. «Nos queda mucho por hacer, y es difícil ir a vender vino y tener que explicar el lugar en el que nos ubicamos. Somos los grandes desconocidos», asevera a Ical Montero.
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