El escritor e investigador segoviano Benjamín Redondo publica ‘Ruta por el chocolate de Castilla y León. De ayer a hoy’, en el que la provincia palentina tiene relevancia gracias a las fábricas de Trapa y de las Dominicas.
Indagar en la relación que Castilla y León ha tenido con la industria y la producción chocolatera desde el siglo XIX hasta la actualidad. Ese era el objetivo que se marcó el segoviano Benjamín Redondo Marugán cuando comenzó su investigación durante el confinamiento de 2020 y que concluye con la reciente publicación del libro Ruta por el chocolate de Castilla y León. De ayer a hoy, editado por la Fundación Joaquín Díaz de Valladolid.
«Consta de 114 folios y 250 imágenes, en un homenaje a chocolateras y chocolateros que tanto nos mitigaron las penas en el confinamiento», explica a DP Benjamín Redondo. Tras una breve introducción, Palencia abre el repaso por provincias de un recorrido que va desde el monasterio cisterciense de San Isidro en Dueñas y Chocolates Trapa hasta el de Dominicas de Nuestra Señora de la Piedad de la capital, pasando por otras fábricas palentinas en forma de molinos de chocolate y pequeñas productoras en Osorno y Herrera de Pisuerga.
Casi dos años de investigación en los que Redondo ha buceado en archivos provinciales, en el de la Fundación Joaquín Díaz, en el de La Trapa o en el del Canal de Castilla. Este funcionario jubilado de 68 años, que ha venido desarrollando de forma paralela estas tareas de indagación, considera que Palencia «es impresionante y apasionante» en lo relacionado con el chocolate. Destaca especialmente el valor de las imágenes de frailes trabajando al comparar una fábrica tradicional con la maquinaria moderna.
Y es que lo monacal es fundamental en esto del chocolate. «España tiene un tercio de todos los monasterios y conventos del mundo. Castilla tiene muchos y los frailes eran los que aprovechaban el potencial del cacao que trajo Hernán Cortés», explica. En el de La Trapa reconoce haber tenido «mucha suerte». «Cuando hablé con ellos y con el archivero, el hermano Joaquín, tuvimos buena química. Me abrieron sus puertas y buscaron fotografías y documentación», añade. «Hay que tener en cuenta la gran empresa que sigue siendo a nivel internacional», subraya. En su recorrido hizo parada en el monasterio de las Dominicas, que también hacen bombones. «Lo bueno de estos trabajos es que haces pedidos a todos», bromea Redondo, que confirma además la presencia histórica de molinos de chocolate al revisar la publicidad en prensa a lo largo de las décadas.
El investigador incluye en el libro los problemas que supuso el desabastecimiento en ciertas etapas y destaca la importancia del Canal de Castilla como vía comercial. «Por él llegaban a circular hasta 400 barcazas. En su archivo se menciona el cacao como mercancía de primera categoría», concluye Redondo, que prepara otro libro sobre la industria harinera en el que hará acto de presencia Aguilar de Campoo.
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