Castrillo de Onielo organizó, por quinto año consecutivo, una jornada de limpieza del pueblo. Los vecinos participaron en una actividad que busca concienciar sobre el patrimonio natural, cultural y etnográfico de la zona.
El despertador de los vecinos de Castrillo de Onielo sonó ayer a primera hora de la mañana, ya que a las 8,30 horas comenzaba la quinta edición de la limpieza del pueblo. Con esta iniciativa del Ayuntamiento, se intenta recuperar el patrimonio natural, cultural y etnográfico del municipio,a través de cuatro o cinco actividades que van desde la limpieza de calles, cunetas y laderas hasta la restauración y aseo de la antigua muralla, las chozas, el arroyo, manantiales, fuentes y el antiguo lavadero.
Según explica el alcalde, David Beltrán, esta idea se llevó a cabo por primera vez en 2019 y este ya es el quinto año consecutivo que se lleva realizando. No hubo parón por la pandemia. En la primera edición se recogieron dos contenedores de obra de residuos. Beltrán explica que fue el año en el que más kilos se reunieron, ya que después, «la gente ha ido tomando conciencia» y se han instalado más papeleras por el pueblo.
Asimismo, afirma que la gente de Castrillo «se impica mucho con el pueblo». En 2019 hubo cerca de 100 voluntarios en esta sesión de limpieza (en el municipio hay empadronados algo más de 80 personas). En la mañana de ayer, el alcalde calculó que participaron en torno a 50 o 60 personas. Entre ellos se encontraba Iria Martín, de 10 años que reconoce que ya ha participado en otras ocasiones en esta actividad y que «cada año limpia una parte del pueblo». Luis Ángel Caballero indica que «ayuda en lo que le piden» y que ha podido asisitir todos los años ya que siempre ha estado de vacaciones. Con él en la choza se hallaba su hermano Eduardo, cuya función consistía también en «descubrir y sacar arena y yeso para verlas tal y como estaban antes». También estaba Laura Prádanos, quién a primera hora de la mañana estuvo en el lavadero, pero después sacó carretillas de la cueva.
En la fuente Cuadrada, se hallaban los adolescentes Andoni, Jaime, Mario, Pablo, Eloy, Enrique, Julen e Iván, que desde las 9 horas estuvieron «quitando el grueso de la ladera» próxima a la fuente. Entre algunos de los objetos agrupados para su posterior retirada había ruedas de diferentes tipos de vehículo y un bidón.
No obstante, además de esta tarea se ocuparon de «dejar impoluta» el agua de la pila.
La aguacil del municipio, Aurora Citores, señala que el primer año esta actividad fue «un boom». Destaca que cada vez la gente es más mayor y «les cuesta algo más», pero que aún así «siempre hay manos para ayudar».
A lo largo del año se realizan dos convocatorias, una en verano, poco antes de la semana cultural, y otra en primavera (cerca de San Isidro). Esta última consiste en el desbrozo con máquinas y cortacésped de algunos caminos y de la campa de la ermita.
Los participantes, como recomensa por su trabajo, se reunen a las 14 horas en la plaza para comer. Ayer, por ejemplo, degustaron patatas con carne aportadas por los cazadores.
Por su parte, la peña Willys, integrada por jóvenes, fueron los encargados de ayudar y preparar las mesas.
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