El Canal comparte vivencias con la autovía, el ferrocarril y la carretera de acceso al casco urbano, a la altura de uno de los emblemas eldanenses: el botijo, regalo de la peña El Bullicio, y del único leguario que queda en la provincia palentina.
La capital nos recibe. Nos saluda entre chopos, álamos y sauces a la ribera de la vía verde. El susurro del aire azota, recita acontecimientos de aquellos lejanos años en los que las barcazas estibaban la mercancía en la dársena que hoy acoge el Museo del Agua, espacio dedicado a la divulgación y conocimiento de la evolución del líquido elemento, vigiladas muy de cerca por la monumental catedral. La esbelta torre de San Miguel no pierde detalle, es la novia del río, como bien escrituró el poeta palentino Francisco Vighi. Sus apreciadas almenas rinden tributo al río Carrión, las aguas del Canal se resisten. La capital nos acoge con ganas de mostrar su monumentalidad. A primera vista… el puente Mayor, los arcos del pontón delatan 500 años de suspiros. Se afronta con Puentecillas, dicen que los romanos le prestaron diseño, pues en el medievo fue remozado, sus huellas llegan a la catedral y al palacio episcopal, custodios de la historia eclesiástica de Palencia.
El cambio de milenio lega a Palencia el hospital de San Bernabé, las gárgolas de la gran catedral gótica, desde su atalaya, le ofrecen custodia. La calle Mayor, la principal (que también cruzamos la antigua), es punto neurálgico de la ciudad, lugar de encuentro de tradición y modernidad, admiramos la fachada del antiguo asilo de San Joaquín y Santa Eduvigis, hoy colegio de Villandrando. En la plaza Mayor, la Casa Consistorial se afronta con el monumento a Berruguete, obra del gran artista Victorio Macho, y en el palacio de la Diputación Provincial dejó su impronta el arquitecto Jerónimo Arroyo. Ofrece paso al Teatro Principal, del siglo XIX, cuyo aforo convierte a la ciudad en un permanente vivero cultural. En el convento de las Claras, no olvidamos preguntar por la historia de su enigmático Cristo yacente.
La Huerta de Guadián muestra la antigua iglesia románica de San Juan Bautista, herencia de la desaparecida Villanueva del Río Pisuerga que acerca la belleza del románico rural a estos lares capitalinos. No podemos abandonar la ciudad sin subir al cerro del Otero, obtenemos espectaculares vistas de Palencia a los pies del Sagrado Corazón de Jesús. Pero debemos volver a la dársena para poner rumbo a la localidad de Villamuriel de Cerrato, antigua casa de verano del obispo. Vamos escoltados por el monte de Palencia y el río Carrión, el paisaje ofrece paso al Cerrato. Miguel Delibes, en la novela Las Ratas describió a la perfección la intensa belleza de esta comarca, que presume de holgados valles y sosegados altozanos.
Nuestras rodadas se dirigen al acueducto del Cigarral para vislumbrar el Faro de la Meseta, la imponente torre de la iglesia de Santa María la Mayor. En la localidad, aparcamos las bicicletas en presencia de la esclusa 33. El conjunto fabril, aunque en desuso, surgió al influjo de la esclusa. Tres kilómetros separan el caserío villamurielense de Soto Albúrez, a caballo entre Villamuriel y Dueñas, pero aún en término municipal de la localidad episcopal. Salvamos un par de acueductos más, el de Pedro Redondo y Salguero, a los pies de la triple esclusa antes de llegar a Dueñas.
Nos recibe el paraje de la fuente del Tío Bruno, con el conjunto hidráulico más completo del Canal: la esclusa 37, puentes, casa del esclusero, incluso la impresionante harinera La Estrella de Castilla. A medio kilómetro, encontramos la 38 angostada por la carretera. A su amparo vemos el mismo conjunto de elementos hidráulicos que en la esclusa anterior; aquí, la harinera de Las Mercedes es poco más que historia…
A partir de este lugar, el Canal comparte vivencias con la autovía, el ferrocarril y la carretera de acceso al casco urbano, justo a la altura de uno de los emblemas eldanenses: el botijo, regalo de la peña El Bullicio, y del único leguario que queda vivo en la provincia de Palencia.
Poco antes hemos pasado por uno de los lugares más curiosos del recorrido, el Murallón de Dueñas. Acueductos como el de San Juan, puentes, esclusas, murallón, harineras y un largo etcétera de infraestructuras, constituyen un importante elenco de elementos constructivos, todos de corte fluvial, enmarcados para la historia en este paraíso acuático en tierra firme, metros antes de transitar de camino a la provincia de Valladolid.
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