Los plazos en obras se alargan seis meses por el oscilante precio de los materiales

Almudena Álvarez

23 de octubre de 2022

Los contratistas no pueden cerrar presupuestos porque los costes varían de una semana a otra entre un 15 y un 20%. El presidente de la Asociación de Empresas de la Construcción e Industrias Afines de Palencia (AECOPA), Miguel Alonso, asegura que la escasez de materias primas y materiales de construcción con la que empezó el año se ha ido estabilizando y a estas alturas del año «hay material de manera regular»

La construcción sigue lidiando cada día con un escenario incierto. El sector, cada vez más especializado y tecnificado, sigue haciendo equilibrios para dar respuesta a la demanda y resistir la escalada de precios, los retrasos en la entrega de materiales y las dificultades para encontrar mano de obra. Ponen ladrillos en un entorno voluble que deja poco espacio a la planificación, que hace imposible cerrar presupuestos y complicado desbloquear muchos proyectos, que se quedan atascados mientras se decide asumir el riesgo. Un escenario que afecta por igual a grandes y pequeños y que ha pillado por sorpresa a promotores, constructores e inmobiliarias.

El presidente de la Asociación de Empresas de la Construcción e Industrias Afines de Palencia (AECOPA), Miguel Alonso, asegura que la escasez de materias primas y materiales de construcción con la que empezó el año se ha ido estabilizando y a estas alturas del año «hay material de manera regular», incluso con precios ligeramente más bajos que hace tres meses, aunque aún siguen siendo muy altos porque los precios apenas habían subido en los últimos años y cuando se han tenido que subir por el problema de la energía, se han regularizado doce años de golpe, afirma.

Tampoco hay problemas de suministro en los materiales, pero sí menos variedad, más caros y con plazos de entrega más largos. Los catálogos se han reducido a una cuarta parte y los precios han escalado un 28% de media según las cifras oficiales. Algunos han subido más: el aluminio, un 140%; el acero, un 100%; la madera, un 220%; la cerámica (ladrillos y termoarcillas), un 200%.

«La termoarcilla, que costaba 65 céntimos, se ha estado pagando a tres euros por la subida del gas, aunque ahora ha bajado», apunta el presidente de la Asociación de Empresas de la Construcción e Industrias Afines de Palencia (AECOPA). Es cierto que en los últimos meses el precio de algunos materiales ha bajado, pero en la construcción, como en otros sectores, también se ha producido el efecto del cohete y la pluma. Y lo que es cierto es que, hoy por hoy, los precios siguen generando una gran incertidumbre y marcan el día del sector, que «no termina de creer que los materiales no van a bajar y el mercado no va a volver a la situación de antes», advierte Alonso.

Además, los plazos de entrega de materiales se han alargado considerablemente, se han duplicado y hasta triplicado en algunos casos, porque las fábricas tienen menos plantilla, menos materiales y menor capacidad de producción. Y como consecuencia, «todas las obras se están retrasando», afirma Miguel Alonso, que lo vive cada día en su propio negocio. «Si antes te suministraban un camión de acero en dos o tres días, ahora pueden pasar hasta dos semanas porque no hay mucho y lo poco que hay lo sirven a cuenta gotas», asegura.

Una situación, la del retraso en la recepción de los materiales, que está afectando a todos por igual, pequeñas, medianas y grandes empresas, y que incluso a veces penaliza más a las grandes porque las fábricas no pueden servir grandes cantidades y les interesa mantener su cartera de clientes atendiendo a las pymes.

Ello, continúa Alonso, repercute en los plazos de inicio de muchas obras, que se está retrasando entre seis y siete meses y las empresas han optado por no cerrar los precios en sus presupuestos para no pillarse los dedos. «No se puede dar un precio cerrado. Se da un precio orientativo y se revisa a la hora de empezar la obra», explica Alonso.

Un oficio sin relevo generacional, con una media de edad de 50 años en las plantillas

«Hemos pasado de la construcción de ladrillo a la construcción del tornillo, las cosas se hacen de otra forma, mucho menos dura y pesada», afirma el presidente de AECOPA Miguel Alonso. A pesar de ello, la construcción no encuentra manos. A los más jóvenes la construcción no les resulta atractiva, muchas empresas tuvieron que prescindir de trabajadores que se fueron a otros sectores y a la inversa, a la construcción llegan trabajadores rebotados desde otros sectores. La falta de relevo generacional, la desbandada a otros trabajos y la llegada de personas cada vez más mayores ha incrementado la media de edad de las plantillas en las empresas de construcción, porque apenas llegan jóvenes y los que se incorporan tienen entre 40 y 50 años.

El presidente de AECOPA lo achaca al desconocimiento de una profesión que siempre ha tenido fama de dura y al «exceso» de ayudas públicas. «Por eso mucha gente no quiere trabajar, prefieren quedarse en casa cobrando las ayudas», afirma Miguel Alonso, que considera que los salarios que se pagan en el sector son más que dignos y recuerda que ningún constructor ha protestado por la subida acordada de los salarios, que en tres años supone un incremento del 13,5%. «Nos habría gustado poder subir más, porque queremos tener contentos a nuestros trabajadores, pero no podemos pagar más», afirma Alonso. Porque las cuentas no salen. «Hemos firmado la subida sin problema porque entendemos que a la gente le cuesta llegar a fin de mes por la inflación, pero no podemos pagar más porque el trabajador tendría que ser ‘superman’ para que fuera rentable», añade. «El joven prefiere trabajar en una fábrica antes que trabajar en la construcción y lo que supone estar en la calle sufriendo las condiciones meteorológicas», asegura Valentín Puebla, de Bercopa.

Como resultado, la construcción está viendo como los que llaman a sus puertas son generalmente trabajadores de entre 35 y 55 años que han sido despedidos, a veces capacitados y otras no. Pero casi nunca jóvenes, a pesar de que, como insiste el presidente de Aecopa, la construcción ha avanzado mucho y ya no es un trabajo duro y pesado, porque todo funciona de otra forma gracias a los avances constructivos. «Puedes hacer un edificio entero sin poner un ladrillo», afirma.

A pesar de ello, los jóvenes no quieren trabajar en la construcción, quizá porque no se esté sabiendo transmitir que es un oficio de futuro, que ya tiene y va a seguir demandando mano de obra. Esto está provocando un problema muy importante de relevo generacional y un envejecimiento de las plantillas que, en el caso de Bercopa, está en una media de edad por encima de los 50 años.

Y la revisión no siempre es al alza, apunta, porque en los últimos meses (desde julio) el precio de algunos materiales ha bajado un poco (entre el 2% y el 5%) y el 90% de los presupuestos se han corregido a la baja. Lo que está claro es que el precio de hace seis meses no sirve y los presupuestos tampoco. «Faltan profesionales, tenemos problemas con el suministro de materiales, pero lo peor es la incertidumbre con los precios. Esto es un desastre absoluto», afirma Valentín Puebla, de la constructora palentina Bercopa. Los profesionales se ven obligados a lidiar con la incertidumbre de los precios de los materiales, que suponen un 40% del coste de la obra, y están variando de una semana a otra, entre el 15% y el 20%, cuando antes se trabajaba con precios anuales.

Por eso, muchas constructoras como Bercopa, están saliendo adelante gracias a los contratos antiguos, pero apenas consiguen cerrar obra nueva porque es imposible cerrar presupuestos y «sin saber lo que te va a costar y el tiempo que te va a llevar es muy difícil animarse a invertir», afirma su responsable. «Cada quince días te reúnes para volver a hablar de lo mismo, del dinero, y el trabajo se centra en darle vueltas a los precios para cerrar contratos», insiste.

De esta forma es imposible salir del círculo vicioso que empieza con el encarecimiento de los materiales y el retraso en la recepción de los mismos, lo que provoca que se alarguen los plazos para iniciar las obras y a la inversa, cuando se empiezan las obras el presupuesto ya no sirve porque los materiales ya tienen otro precio. «El sector está muy complicado», insisten desde Bercopa. Está en marcha y se mueve porque hay que terminar las obras que están abiertas, pero para cerrar un contrato nuevo tiene que haber una confianza plena entre el constructor y el promotor porque no hay precios cerrados y «todo está un poco en el aire». Por eso cada vez son más los proyectos que se quedan atascados, paralizados a la espera de que haya más certidumbre o alguien se decida a asumir cada vez más riesgos.

En este escenario, los promotores tratan de contener los precios. En Promueve Palencia, promotora inmobiliaria dedicada fundamentalmente a la venta de obra nueva, tratan de mantener los precios que tenían en 2019 y aseguran que, de momento, siguen manejando las mismas tarifas y dando salida a todo lo que tienen, porque la demanda se ha recuperado tras la pandemia. Los precios varían en función de la zona, el coste del suelo, las calidades y otros parámetros, pero no por la subida del precio de los materiales. Al menos, en el caso de Promueve Palencia, es la promotora la que está asumiendo estos incrementos y trata de contener los precios de la vivienda a costa de sus beneficios, señalan.

En cuanto a la obra pública, prácticamente el 80% está quedando desierta, porque se trabaja con plazos muy largos y no se sabe lo que van a costar los materiales. Una muestra de ello es la segunda fase de la obra de reforma del parque de los Jardinillos de Palencia, que ha quedado desierta dos veces. Es una obra importante pero ninguna empresa se atreve porque no se sabe lo que puede costar y, por tanto, si va a ser o no rentable, aseguran los constructores.

El problema es que la revisión de precios «es un engaño», afirma el presidente de AECOPA. No ha habido una revisión de precios que haya permitido continuar con las obras y por eso ha habido tanto abandono. «Hay paralizadas obras, un montón de licitaciones desiertas y cientos de millones de euros sin ejecutarse porque las licitaciones han quedado desiertas», continúa Alonso, que pone como ejemplo el caso de la Diputación de Palencia como una de las pocas administraciones públicas que ha hecho una revisión de precios al alza y no ha tenido problemas a la hora de ejecutar obras. «Pero son las menos», se lamenta Miguel Alonso.

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