Un estudio de fotogrametría aérea realizada con drones ofrece el cálculo exacto de la envergadura de la obra de Victorio Macho, la más antigua de las que existen
El Cristo del Otero mide 21,02 metros. Esa es la distancia exacta que existe entre los pies y la cabeza de la escultura de Victorio Macho según las últimas mediciones realizadas este mismo verano por la empresa Geocyl para el Ayuntamiento, lo que la sitúa como la 17º más alta del mundo en honor al Sagrado Corazón de Jesús.
Gracias a la fotogrametría aérea, un método para la reconstrucción de mapas y objetos 3D de alta precisión a través de imágenes obtenidas, en este caso, con drones y que permite conocer las propiedades geométricas de un objeto o una superficie a partir de la información obtenida de las fotografías, se han podido concretar otras medidas del Cristo del Otero.
Por ejemplo, que los pies se elevan hasta 14,2 metros de altura desde el mirador que existe a las puertas del Museo de Victorio Macho, o que el cerro sobre el que se asienta tiene una altura, sobre el nivel del mar, de 844,20 metros y que la altura de la colina, desde el depósito sur, es de 71 metros.
Estos datos se completan con otros ya conocidos de la escultura de Victorio Macho, por ejemplo que su peso es de 392 toneladas, las cuales se apoyan sobre tierras margas blancoazuladas con gruesos bancos de yesos cristalinos. Esto hizo que se tuviera que reforzar con cimientos profundos, para lo que se emplearon 1.000 toneladas de hormigón.
Este nuevo dato de la altura, que se ajusta con mayor precisión a lo ya calculado, permite situar al Cristo del Otero en el ranking de las esculturas en honor al Sagrado Corazón de Jesús que hay repartidas por todo el mundo, las cuales superan la veintena.
Durante muchos años no hubo palentino que no asegurara con orgullo que el del Otero era el segundo Cristo más alto del mundo. En realidad, eso solo fue cierto entre 1931 y 1934, cuando se inauguró en Francia el Cristo Rey de Houches, de 25 metros de altura, y el palentino dejó de ostentar el mérito al ser la única por detrás de los 30,1 metros del Cristo Redentor de Río de Janeiro (Brasil).
Sí es cierto, y en esto no hay discusión, que es la escultura en honor al Hijo de Dios más alta de España, y también la que suma más años. Es cierto que el primero de estos grandes monumentos fue el Cristo Rey del Cerro del Cubilete, levantado en Guanajuato (México) en 1921, pero no lo es menos que fue dinamitado en 1928 y reconstruido en 1950.
En este punto, cabe recordar que el pasado 12 de junio, el Cristo del Otero cumplió 90 años, lo que le convierte en el hermano mayor de todos los que existen en el mundo, solo unos meses más que el Cristo Redentor, que cumplió los mismos años el 12 de octubre. En realidad, la estatua del Cristo del Otero fue terminada en febrero, aunque no fue hasta el 12 de junio -festividad del Sagrado Corazón de Jesús-, a eso de las seis de la tarde, cuando se bendijo sin boato ni celebración pública alguna tras la llegada de la Segunda República. Lo que está claro es que tanto el monumento palentino como el brasileño se han convertido en emblemas de sus respectivas ciudades.
SU LUGAR EN EL MUNDO. Una búsqueda sobre el número de esculturas dedicadas a la figura de Cristo de un tamaño ya considerable, por ejemplo más de 7 metros, arroja que existen al menos 22 además del palentino. De todas ellas, 16 son más altas que la del Otero.
En realidad, esta devoción comenzó en mayo de 1899, cuando el papa León XIII promulgó la encíclica Annum Sacrum (Año Santo), en la que anunciaba la consagración de todo el género humano al Sagrado Corazón de Jesús, símbolo de la caridad infinita, como fiesta católica de primera clase, y la celebración del jubileo del año santo en 1900.
Durante la primera mitad del siglo XX, el auge de estas devociones comenzó a materializarse en monumentos al Sagrado Corazón de Jesús, proyectos considerados una prioridad para la cristiandad, y que lograron movilizar tanto a la Iglesia como a la sociedad civil.
Así, hasta 1950 se construyeron seis esculturas de este tipo en el mundo, entre ellas la del Otero. El primero de estos grandes monumentos en materializarse fue el Cristo Rey del Cerro del Cubilete en Guanajuato (México), de 20,5 metros y que fue inaugurado en 1921, aunque como se ha reseñado anteriormente, fue dinamitado en 1928 y reconstruido en 1950. Los siguientes fueron el Sagrado Corazón de Jesús de Palencia, de 21,02 m; y el Cristo Redentor, en el cerro de Corcovado, en Río de Janeiro (Brasil), con sus imponentes 30,1 m. En 1934 se inauguró el Cristo Rey de Houches, en las laderas forestales de Chamonix, en Francia, con 25 metros de altura y rodeado de bosques. Y, siguiendo la estela de Brasil, en 1940 se erigió el Cristo de Gravatá, en Gravatá, (7 mts), y el Cristo del Pan de Azúcar, de Alagoas, Brasil, de 10, en 1950.
Una cosa en común que tienen estas esculturas -y muchas de las que llegaron después- es que se asientan en lugares relevantes, como acantilados, colinas, cerros o al borde de parques y de ciudades. Son casi siempre paisajes singulares, situados en puntos de gran visibilidad, que acaban convirtiéndose en iconos y símbolos para la población.
Entre 1950 y el cambio de siglo se erigen en el mundo otras diez esculturas en honor a Cristo. Todas, excepto una, son más altas que la del Otero. Y ya durante el siglo XXI, un siglo después de la encíclica de León XIII, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús sigue viva materializándose en otras siete esculturas de gran tamaño, con predominancia de un gran simbolismo y de un fuerte carácter y presencia en el paisaje.
De hecho, en el municipio de Encantado, en Río Grande do Sul (Brasil) se construye en estos momentos con aportaciones populares la escultura del Cristo Protector, la cual alcanza los 37 metros y que se convertirá en la más alta del mundo.
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