El imposible equilibrio demográfico se sostiene con un ligero alza en la natalidad. Los 462 nacimientos en la primera mitad del año mejoran un 2021 dramático, pero en el mismo periodo fallecieron 1.098 personas.
Siguen naciendo niños, pero pocos. Parafraseando al arquitecto, dibujante y escritor José María Pérez ‘Peridis’ «en algunos pueblos nacen más osos que niños». Algo que puede sonar exagerado si se compara con la última estadística del INE pero que resulta dramático si se pone sobre la balanza demográfica de una provincia en la que por cada nacimiento mueren 2,4 personas.
Sobre el papel de las estadísticas, el INE ha colocado a la provincia de Palencia entre las que han tirado del carro de la natalidad en Castilla y León en el primer semestre del año. Así, entre enero y junio nacieron en Palencia 462 niños, un 20,74% más que en el mismo periodo de 2021, cuando solo hubo 383 nacimientos. Una buena noticia que no lo es tanto si se tiene en cuenta que el año pasado «Palencia fue la provincia de España donde más cayó la natalidad, ya que hubo un desplome cercano al 25%», señala el sociólogo Javier Gómez Caloca. Y que devuelve a la provincia a cifras de la no tan ansiada (en términos de natalidad) normalidad prepandémica, ya que los 462 niños nacidos en estos seis primeros meses de 2022 colocan a Palencia en la misma línea de los últimos cinco años, es decir, por debajo de los mil nacimientos anuales y rebajan la alegría de unos números que rozan la ficción estadística.
«Estos seis primeros meses de 2022 solo reflejan que hemos vuelto a nuestra dramática normalidad», afirma el sociólogo palentino, que insiste en que este es un buen dato solo si se compara con «un año desastroso» como el de 2021, con solo 723 nacimientos.

Además, la cifra mantiene la tendencia de un siglo, el XXI, que arrastra un descenso progresivo de niños en la capital y en la provincia: «los nacimientos entre 2001 y 2017 siempre estaban entre 1.100 y 1.250, pero a partir de 2018 empiezan a bajar de mil», explica Gómez Caloca. En cifras: 983 nacimientos en 2018, 927 en 2019, 939 al año siguiente, 723 en 2021 y 462 en los seis primeros meses de 2022, que si se extrapolan volverán a colocar el año en las cifras de 2019.
Una realidad que se vuelve aún más trágica si se pone frente a la estadística de mortalidad y que viene dejando un saldo vegetativo negativo en la provincia de Palencia durante los últimos 22 años. «Estamos por debajo de los mil nacimientos y por encima de los 2.000 fallecimientos anuales, esa es nuestra dramática normalidad», insiste García Caloca, que vuelve a tirar de números para fijar argumentos: en 2018 hubo 2.170 muertes, 2.129 en 2019 que se elevaron a 2.585 en 2020 por la pandemia, 2.190 en 2021 y 1.098 en los seis primeros meses de 2022.
96.755 euros en 150 ayudas de la Diputación en este año
La Diputación de Palencia también incluye una línea de ayudas por nacimiento o adopción que complementa las que conceden los ayuntamientos. Estas ayudas se articulan dentro del pulso que la institución provincial mantiene con la despoblación y el reto demográfico y se han ido incrementando año tras año, aunque cada vez nazcan menos niños en la provincia.
De hecho, este año la Diputación de Palencia ya ha concedido ayudas a 150 progenitores por un importe de 96.755 euros, aunque la partida habilitada para este ejercicio es de 160.000 euros, ampliables con treinta mil más. Con este dinero, la Diputación atiende todas las solicitudes aportando la misma cantidad que tiene prevista cada ayuntamiento, hasta un máximo de 600 euros, pero incrementándola un 25% cuando se trata del segundo hijo y un 50% para el tercero y sucesivos.
A lo largo de 2021, estas ayudas beneficiaron a 322 progenitores, adoptantes o familias de 50 municipios, entre las que se distribuyeron cerca de 163.893 euros. Una cifra superior a la de 2020 donde se distribuyeron ayudas por valor de 129.400 euros por el nacimiento de 275 niños en otros 50 pueblos y la de 2019 que repartieron 102.912 euros entre 237 niños.
Y es que, aunque nadie va a tener un hijo porque le den una ayuda, la Diputación ha decidido redoblar y hasta triplicar su esfuerzo para fijar población en la provincia (en 2016 la partida habilitada era de 40.000 euros) y lograr así, con esta y otras medidas, que la cigüeña no pase de largo.
«No hay motivo para la alegría cuando por cada nacimiento hay 2,37 fallecimientos», señala el sociólogo, mientras advierte que es «imposible revertir» el saldo vegetativo de esta provincia porque los nacimientos no van a volver a superar a los fallecimientos e insiste en que «los datos del INE esconden detrás una vuelta a una normalidad dramática, después de un año anormal en nacimientos, el 2021, porque batimos el récord de no nacimientos». Un desplome que el sociólogo explica en la incertidumbre que generó la pandemia, que alejó planes de futuro y toma de decisiones. Por eso, si la pandemia dejó en 2020 un récord de muertes, el 2021 dejó un récord en descenso de natalidad y el 2022 dejará un saldo migratorio negativo. La reflexión es sencilla. En 2020 y 2021 cambió el balance migratorio de la provincia, primero por el confinamiento y después por las restricciones y la incertidumbre que hizo que muchas personas aplazaran su decisión de irse de la provincia. Ahora con la vuelta a la normalidad vuelven las decisiones, generalmente de irse, «por lo que previsiblemente el 2022 dejará un saldo migratorio negativo y un nuevo descenso en los nacimientos», augura.
Un tema muy serio que requiere un abordaje serio y políticas que ahonden en la conciliación y en la igualdad. Bastaría con fijarse en países del entorno con mejor natalidad, como los Países Nórdicos que establecen amplias medidas de conciliación de la vida familiar y laboral, largos permisos por paternidad y maternidad y una desarrollada igualdad de género que no cuestiona ni culpabiliza a las mujeres. «De hecho, algunos estudios apuntan que la igualdad de género es el factor fundamental para fomentar la natalidad», asegura el sociólogo, que apunta como cuestiones claves para tener hijos, las políticas de conciliación y la situación económica de la familia.
Por eso, cree que las ayudas a la natalidad de ayuntamientos y diputaciones no fomentan los nacimientos, rechaza que se sigan planteando políticas natalistas de principios del siglo XX y arremete contra «las excentricidades de un vicepresidente de la Junta que se sitúan en la Edad Media» y que «echan sobre la espalda de las mujeres el problema de la natalidad».
«No hay motivo para la alegría cuando por cada nacimiento hay 2,37 fallecimientos», señala el sociólogo, mientras advierte que es «imposible revertir» el saldo vegetativo de esta provincia porque los nacimientos no van a volver a superar a los fallecimientos e insiste en que «los datos del INE esconden detrás una vuelta a una normalidad dramática, después de un año anormal en nacimientos, el 2021, porque batimos el récord de no nacimientos». Un desplome que el sociólogo explica en la incertidumbre que generó la pandemia, que alejó planes de futuro y toma de decisiones. Por eso, si la pandemia dejó en 2020 un récord de muertes, el 2021 dejó un récord en descenso de natalidad y el 2022 dejará un saldo migratorio negativo. La reflexión es sencilla. En 2020 y 2021 cambió el balance migratorio de la provincia, primero por el confinamiento y después por las restricciones y la incertidumbre que hizo que muchas personas aplazaran su decisión de irse de la provincia. Ahora con la vuelta a la normalidad vuelven las decisiones, generalmente de irse, «por lo que previsiblemente el 2022 dejará un saldo migratorio negativo y un nuevo descenso en los nacimientos», augura.
Un tema muy serio que requiere un abordaje serio y políticas que ahonden en la conciliación y en la igualdad. Bastaría con fijarse en países del entorno con mejor natalidad, como los Países Nórdicos que establecen amplias medidas de conciliación de la vida familiar y laboral, largos permisos por paternidad y maternidad y una desarrollada igualdad de género que no cuestiona ni culpabiliza a las mujeres. «De hecho, algunos estudios apuntan que la igualdad de género es el factor fundamental para fomentar la natalidad», asegura el sociólogo, que apunta como cuestiones claves para tener hijos, las políticas de conciliación y la situación económica de la familia.
Por eso, cree que las ayudas a la natalidad de ayuntamientos y diputaciones no fomentan los nacimientos, rechaza que se sigan planteando políticas natalistas de principios del siglo XX y arremete contra «las excentricidades de un vicepresidente de la Junta que se sitúan en la Edad Media» y que «echan sobre la espalda de las mujeres el problema de la natalidad».
El ‘cheque bebé’ que disponen 89 ayuntamientos no anima a tener hijos
Es evidente que nadie va a decidir tener un hijo a cambio de un ‘cheque’, pero cualquier ayuda es bienvenida cuando la cigüeña llama a la puerta. Por eso, 89 ayuntamientos de la provincia tienen habilitadas ayudas por nacimiento de hijo que van desde los 100 euros que ofrecen en Autilla del Pino o Villoldo, hasta los 1.000 euros de Astudillo, Espinosa de Villagonzalo o Melgar de Yuso, pasando por los 200 de Antigüedad y Villarramiel, los 500 de Villalcázar de Sirga o Villahán o los 600 de Santibáñez y Aguilar.
Cantidades económicas distintas para abordar el mismo problema y un único objetivo: fomentar la natalidad y evitar el éxodo rural que está dejando muchos pueblos de la provincia en los huesos. En Astudillo por ejemplo, están contentos de poder dar una media de 7 cheques cada año (cinco en los dos últimos) para ayudar a los padres cuando llegan sus bebés y mantener a raya la barrera psicológica de los 1.050 habitantes. «Para nosotros es muy importante no bajar de mil habitantes», asegura el alcalde de Astudillo, Luis Santos. Por eso, además de las ayudas a la natalidad, que incluyen los Reyes Magos de todos los nacidos durante el año, el Ayuntamiento tiene habilitadas otras ayudas para adquisición de libros y material escolar que entregan cada año a todos los niños de Astudillo hasta que se van del colegio. «Hay que repartir los recursos», señala Santos, que ve fundamental destinar muchos esfuerzos a mantener un equilibrio casi imposible en estos tiempos de vaciado poblacional. «Hace cinco años había alrededor de Astudillo más de 20 pueblos de mil habitantes, hoy no llegamos a una docena y en Astudillo tenemos 50 niños en el colegio y 50 ancianos en la residencia», reflexiona el alcalde.
Ya les gustaría en Villahán entregar subvenciones a la natalidad todo los años, pero por mucho ‘cheque bebé’ que ofrezcan, aquí apenas nacen niños. De hecho el Ayuntamiento se queda un año sí y otro también con las ayudas en el cajón porque la cigüeña pasa de largo. El último niño que nació fue Darío y ya tiene dos años. Con él suman tres niños en el pueblo y dos de ellos han llegado tras la pandemia, cuando sus padres, que vivían en Vitoria, decidieron volverse al pueblo. «Igual tardamos tres o cuatro años en volver a ver nacer a otro niño», se lamenta la alcaldesa, María Ángeles Cantera. «Ojalá pudiéramos repartir más ayudas. Lo que más nos gustaría en Villahán es tener niños», añade, mientras confiesa que ya casi está empezando a «añorar el jaleo de los niños que ha habido en verano» y pensando en «el silencio absoluto que habrá en la plaza cuanto llegue el invierno». Un invierno que será más duro aun en pueblos como Meneses de Campos, un pueblo de 122 habitantes donde solo ha nacido un niño en los últimos cinco años.
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