Los concesionarios intentan contener el incremento para evitar el efecto expulsión de los clientes hacia talleres independientes. Los propietarios de los vehículos gastan entre 300 y 400 euros al año en revisiones. Nos quedamos sin mecánicos, los jóvenes no quieren mancharse las manos.
El mantenimiento y reparación de los vehículos se ha encarecido. Cambiar la batería del coche, el aceite y los filtros, revisar los frenos o los neumáticos, cuesta más que en 2022. Lo notan los propietarios y lo notan los talleres de reparación de automóviles, los oficiales y los multimarca, que están viendo como la subida de costes, la inflación, la subida del SMI, los impuestos, el cambio de modelo de movilidad y los cambios normativos, repercuten en la cuenta final de sus negocios y en la factura de sus clientes.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023, el incremento de los precios de los servicios de reparación y mantenimiento del automóvil, y de los recambios y neumáticos, superó al de la inflación. O lo que es lo mismo, la subida de los precios de los recambios y la inflación están detrás de cada factura de reparación del coche en el taller y aunque en 2024, el impacto no es tan grande como el que se produjo entre 2022 y 2023, con la inflación disparada a causa de la guerra de Ucrania y la escasez de materias primas y la pandemia, se siguen resintiendo tanto los negocios como el bolsillo de sus clientes.
En este contexto, Grupo Palausa sitúa la subida del precio de las reparaciones en torno al 3-4% en lo que se refiere a la mano de obra, debido al impacto de las revisiones salariales de los convenios y la subida del SMI, y en otro 4-5% en el precios de los recambios por la subida de las piezas, lo que supone un incremento de la factura del taller del 7%. «Son dos elementos diferentes que impactan en la factura final que paga el cliente», señala Ibón Santa María, director general del grupo. «Pero si luego aplicas algún descuento por fidelización, las subidas son incluso inferiores», precisa. Y es que, pese a que la situación generalizada de inflación marca el camino, los concesionarios oficiales están intentando contener al máximo la subida de la factura para «evitar el efecto expulsión de los clientes hacia talleres independientes que tienen precios más bajos pero ofrecen servicios totalmente distintos», señala el director de Palausa.
Por su parte, los talleres independientes o multimarca pelean en el mismo contexto de subida de precios e inflación a costa de perder beneficios ajustando la mano de obra. «Nosotros vendemos mano de obra porque el recambio va directamente a la factura y se repercute en el precio de la reparación», explica Miguel Ángel Garrido, propietario de Talleres Garrido, que adjudica casi exclusivamente a los recambios el incremento en la factura mientras se resisten a subir el precio de la mano de obra para seguir resultando atractivos a los clientes. «Llevamos diez años sin subir el precio de la mano de obra», asegura Garrido, consciente de que los bolsillos de sus clientes cada vez miran más el euro. De hecho el precio medio de la hora en un taller mecánico multimarca se sitúa entre los 40 y los 50 euros la hora mientras que en los oficiales puede rondar los 65 euros la hora, aunque, como insiste Ibón Santa María, «el servicio no es el mismo porque el taller oficial te da una mano de obra más cara pero también una seguridad en la reparación y en la prevención con tecnología y profesionales».
En cuanto a los recambios, en los últimos tres años, desde la pandemia, se ha disparado el precio de componentes básicos como las baterías, que han subido entre un 20 y un 30%, el aceite cuyo precio se ha duplicado, o los componentes electrónicos que además de subir siguen escaseando. «Y cómo peleas esa subida de precio ante el cliente», se pregunta José Serrano, de Autocentro Palencia. En este taller, donde trabajan 15 personas, constatan que esa subida de costes se come un 20% y tratan de repercutir lo mínimo al cliente aunque es inevitable que su factura también haya subido, en torno a un 10%, asegura Serrano.
Además, hay que añadir la complejidad tecnológica como otro factor que encarece la factura final, porque las empresas tienen que realizar importantes inversiones en los equipos necesarios para prestar el mejor servicio. Equipos de diagnóstico cada vez más precisos para vehículos cada vez más digitalizados. «En Autocentro tratamos de estar siempre actualizados, con la maquinaria más moderna, y eso supone fuertes inversiones», sostiene Serrano.
En todos los casos, los propietarios de estos negocios, ya sean talleres oficiales de una marca o multimarca, aseguran que están conteniendo las subidas a costa de sus beneficios, ajustando márgenes, ofreciendo descuentos y tirando de ofertas para fidelizar a sus clientes. «No podemos repercutir los costes en los precios porque dejaríamos de vender y de ser competitivos», sostiene el director de Palausa. Por eso en este grupo ha decidido absorber un 30% del margen de posventa global para no subir los precios o lo que es lo mismo, renunciar a un 30% de sus beneficios.
De la misma forma, en talleres como el de Miguel Ángel Garrido, que lleva más de treinta años funcionando en Palencia, ven cómo se ha incrementado la carga de trabajo en un 30% en los últimos años a la vez que se reducen los beneficios en un 20% porque el incremento de costes estrangula la cuenta de resultados. «Este negocio ha cambiado mucho. Ahora trabajas para sacar un sueldo», comparte Gerardo Rodríguez, que lleva 50 años en este gremio y reconoce que nunca había tenido que hacer tantas cábalas como ahora para cuadrar los números.
En todos los casos, la subida del precio de los recambios, el incremento de los costes y gastos fijos, las revisiones salariales en los convenios y la actualización del precio de la mano de obra está obligando a los talleres a actualizar precios, pero de una manera contenida, subiendo la factura final menos de lo que impacta el coste salarial y de piezas en sus cuentas, para no espantar a los clientes.
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