El director gerente de Global Nature explica que «La Nava fue el gran proyecto y punto de partida como organización y la tarjeta de presentación para desarrollar otras lagunas en la costa mediterránea y en toda la zona de La Mancha Húmeda»
Eduardo de Miguel Beascoechea, director gerente de la Fundación Global Nature desde 1995 y secretario general del Fondo Patrimonio Natural Europeo entre 1993 y 1994, es uno de los garantes del trabajo que la entidad conservacionista ha llevado a cabo casi desde sus inicios en 1993 en Tierra de Campos. Se cumplen 30 años de buen hacer ambiental en torno a la recuperación de antiguas lagunas esteparias con su inundación artificial. La entidad privada sin ánimo de lucro ha basado en este tiempo su trabajo en el rigor técnico, el compromiso ético y la innovación. Para ello, ha combinado la elaboración de estrategias y planes con el trabajo de campo y los proyectos aplicados y más de 20 premios jalonan la labor desarrollada en torno a tres grandes bloques: conservación de hábitats y especies, sostenibilidad del sector agroalimentario y sostenibilidad corporativa. El responsable de los proyectos destaca en esta entrevista la trayectoria de un gran grupo humano y de voluntariado en torno a los humedales, que siempre han estado presentes, siendo su restauración y conservación el objetivo primordial al constituir uno de los ecosistemas más importantes en conservación de la biodiversidad.
Se cumplen 30 años de trabajo de la entidad conservacionista que representa en la provincia y usted lleva casi todo este tiempo en ella. ¿Cómo recuerda esos inicios difíciles?
Si restaurar un humedal desecado en Tierra de Campos ya es difícil ahora, hay que imaginárselo hace 30 años con todavía el concepto de que los humedales eran zonas poco productivas e incluso infecciosas, con lo cual había que lucharon contra la opinión general de los vecinos, aunque hay que reconocer que en la Fundación contamos con el gran apoyo entonces del alcalde de Fuentes de Nava, Jesús Gutiérrez. Fue un visionario y percibió en la recuperación del humedal de La Nava un motor de desarrollo rural. La gran dificultad añadida es que tampoco se contaba con grandes fondos de ayuda nacionales e internacionales para la restauración de espacios naturales. Solo llegaron 6.000 euros donados por una entidad alemana para poder arrendar los terrenos por parte del Ayuntamiento y a la vez mantenerlos como pastos para los ganaderos de ovino de raza churra de la zona. Fuimos diligentes en conseguir un proyecto del europeo en materia de medio ambiente, ACMA, al que luego sustituyó el programa LIFE para iniciar los trabajos de recuperación de la laguna en Fuentes. Es decir, fue difícil pero se contó con el apoyo de la Unión Europea, de entidades privadas alemanas y del propio Ayuntamiento, al que hay que reconocer un gran valor en el entorno socio cultural hace 30 años que no favorecía estos programas de conservación de la naturaleza.
El apoyo inicial se centró en un proyecto de restauración de 450 hectáreas del humedal de La Nava en Fuentes, cuyo gestor activo es la Consejería de Medio Ambiente. ¿Qué supuso para Global Nature?
Supuso el gran proyecto y el punto de partida de la Fundación como una organización y nuestra tarjeta de presentación para luego desarrollar y poner en marcha múltiples proyectos de humedales tanto en la costa mediterránea como en toda la zona de La Mancha Húmeda, incluso pequeñas trabajos que hemos llevado a cabo en otras comunidades autónomas como Galicia. Asimismo, se han realizado proyectos de cooperación internacional junto a la red mundial Living Lakes, y, recientemente con Wetlands International, una organización mundial que trabaja para mantener y restaurar los humedales y sus recursos para la gente y la naturaleza. El de La Nava es uno de los proyectos más emblemáticos de recuperación de zonas húmedas y la Fundación está muy orgullosa de haber sido protagonista de esta actuación.
También se trabajó en 70 hectáreas en Pedraza de Campos y 60 en Boada, con gestión hídrica que corresponde a los ayuntamientos y la Fundación Global Nature. ¿Qué recuerdos tiene de esta experiencia?
En ambos casos, el inicio de las actuaciones fue fácil porque también contamos con los ayuntamientos y sus alcaldes que siguieron el ejemplo de Fuentes de Nava con su proyecto. En Boada, su alcalde, que aún sigue, Luis Carlos Castañeda, consideró desde el principio que era fundamental recuperar un humedal que siempre había estado ahí como motor en un municipio pequeño con problemas de despoblación. Con el tiempo se ha demostrado que esta actuación les ha puesto en el mapa y permitido que se reconstruyeran casas y se ubicara un centro de interpretación con movimiento turístico. En cuanto a Pedraza, la recuperación del espacio húmedo se impulsó por parte de su regidor, Gaspar Polanco, que apostó por esta iniciativa desde el principio. Lo complicado fue después ir consiguiendo fondos para adquirir los terrenos necesarios y crear los espacios lagunares, realizar las obras hidráulicas necesarias para inundarlos, construir observatorios de aves, fomentar el turismo rural y ornitológico en estas zonas de Tierra de Campos. Se fue consiguiendo todo, ya que cuando hay un deseo por parte de la población es más fácil que lleguen ayudas a través de los proyectos diseñados y se logre este tipo de desarrollo en zonas rurales tan interesantes.
¿Se ha avanzado en la protección de estos espacios? ¿Cómo se encuentra la catalogación?
Casi tres décadas después nos encontramos con que los humedales de Boada y Pedraza de Campos están todavía sin catalogar cuando tienen el mismo valor que la laguna de Fuentes de Nava. Por ello, consideramos que son espacios que en este momento la administración tiene olvidados, tanto a nivel autonómico como nacional. Son un ejemplo de la desidia de los diferentes gobiernos en la conservación de estos espacios, que son escasos pero albergan el 50% de la biodiversidad que depende de ellos de forma directa o indirecta.
La FNG tiene su sede social y fiscal en una casa solariega de Fuentes de Nava con un centro de estudios ambientales y un albergue, además de un centro de interpretación de aves en el humedal de Boada. ¿Qué trabajo se realiza desde allí?
En efecto, la sede central está en Fuentes de Nava, aunque tenemos cinco centros de trabajo en toda España y proyectos de cooperación internacional con unos 44 trabajadores. Desde el centro de estudios ambientales ponemos en marcha todas las iniciativas existentes en Castilla y León, además de colaborar en el seguimiento científico ornitológico que se lleva a cabo en toda España. Para que salgan adelante las distintas acciones que gestionamos es fundamental que las grandes empresas y entidades se descentralicen de Madrid, Barcelona o Valencia, ya que queremos hablar realmente de desarrollo rural. En suma, conseguir que se cotice, se trabaje y se genere economía en los pueblos que, al final, es por lo que se apuesta firmemente en muchos países, en los que todo el sector empresarial está implicado de forma homogénea. En el caso de España, la mayor parte de la gente que habla de mejorar la vida en las zonas rurales tiene su sede fiscal en Madrid.
En la EXP0 de Hannover (Alemania) en 2000 el proyecto de restauración del humedal La Nava fue distinguido como ejemplo a nivel mundial en este ámbito de trabajo medioambiental. ¿Qué supuso este reconocimiento internacional?
La presentación de los proyectos de recuperación del humedal de Fuentes, así como de las lagunas de Boada o Pedraza, supuso poner en el plano internacional nuestros proyectos, así como la entrada oficial de los mismos en la red mundial Living Lakes, junto a la presentación en la asamblea mundial de este colectivo conservacionista en California (EEUU). Sobre todo, se consiguió poner en el mapa un trabajo realizado en una zona rural en decadencia económica y con peligro de despoblamiento. Al final, lo que se empezó a conseguir desde allí fue la consecución de nuevos recursos y financiación para el desarrollo local de los municipios que cuentan con humedales.
Siempre existió una colaboración intensa con la Consejería de Medio Ambiente en la conservación de los complejos lagunares. ¿En qué términos se materializa actualmente?
Esta Consejería no solamente ha colaborado en estos proyectos en Palencia si no que ha sido socia y ha participado en las iniciativas para las que se ha conseguido financiación europea, principalmente a través del programa LIFE. Entre ellas la recuperación de humedales esteparios, la restauración de espacios húmedos aledaños al Canal de Castilla y dos proyectos para recuperar hábitats del carricerín cejudo, especie amenazada que tiene en las lagunas su espacio de descanso en las rutas migratorias hacia África. Igualmente, la Junta asumió la gestión de la laguna de La Nava y cofinanció parte de los proyectos desarrollados.
Los tiempos cambian y el clima también, con sus efectos perniciosos en la biodiversidad. ¿Hay conciencia social y privada en forma de empresas comprometidas como hace años en apoyar sus proyectos?
La participación de las empresas es cada vez mayor en los proyectos que desarrollamos desde la Fundación Global Nature con apoyo técnico y sobre todo financiero. En los años 90 partíamos de una financiación pública de en torno a un 80% de nuestro presupuesto y un 20% procedente del sector privado. En este momento estamos prácticamente al 50% en aportaciones económicas procedentes de las empresas y estas se destinan al trabajo de modelos de naturaleza con fondos que proceden de la compensación de la huella hídrica, de carbono, y la que tiene sobre la biodiversidad.
¿La Nava puede considerarse un referente de presencia de especies acuáticas migratorias y de atracción para amantes del turismo ornitológico?
Las restauraciones de las lagunas de Fuentes, Boada y Pedraza han supuesto un referente fundamental en la recuperación de hábitats para especies migratorias. De no existir antes prácticamente a especies acuáticas invernando en estas zonas que fueron desecadas, a principios de los años 90, hemos llegado a tener cifras de hasta 40.000 patos (ánade real) y 30.000 gansos (ánsar común) en alguna de las invernadas. Estas zonas esteparias se han convertido en uno de los puntos de referencia para la visita y observación de aves de los turistas ornitológicos. Si se lograra recuperar del todo lo que se denominó como el antiguo Mar de Campos podríamos llegar a tener un espacio húmedo como el que se ubica en Andalucía en el Parque Nacional de Doñana, que en nuestro caso en la meseta norte del país.
Convencer a los agricultores para vender terrenos luego inundados fue duro. ¿Cómo lo ven ahora y en qué medida les beneficia la ingente restauración ambiental realizada?
En principio, la restauración de los espacios húmedos en la comarca de Tierra de Campos se realizó sobre terrenos públicos propiedad de los ayuntamientos. Lo que hizo la Fundación fue ir comprando a precio de mercado los terrenos que rodean el complejo lagunar en Boada de Campos para poder mantener inundadas en verano 60 hectáreas y así no estar comprometidos a pagar ayudas compensatorias a agricultores. Normalmente, la venta, como se ha hecho a precios fijados por el marcado y en unos terrenos que realmente no eran muy productivos, los conflictos de carácter social que pudieran surgir no han sido grandes.
Existen centros de interpretación en Fuentes y Boada y miradores de observación de aves en varios puntos. ¿Son suficientes para atraer visitantes o puede hacerse algo más?
Consideramos que el número de infraestructuras que se ha ido creando en la zona para uso público y disfrute de los complejos lagunares es suficiente. Lo que sí ha sido un aspecto para nosotros muy importante es que en los 30 años de trabajo se les haya ido dotando de contenido y de una serie de actividades que resulten atractivas. No se trata de realizar solo una visita o la observación de aves, sino también de llevar a cabo trabajos de sensibilización, incidiendo especialmente en los niños, junot a los habitantes de la zona que quizás no están aún lo suficientemente concienciados de la importancia y los valores ambientales y de otro tipo que tiene su territorio.
Global Nature ha sido un pilar importante a la hora de fijar población ¿Qué iniciativas de empleo y generación de riqueza ha realizado en los pueblos donde actúa?
La Fundación ha mantenido desde sus inicios un equipo en su ámbito de actuación palentino que ha oscilado entre los cuatro y los siete trabajadores de forma continua en tres décadas, pero además ha generado de forma temporal numerosos empleos tanto en temas de educación ambiental como de obra de restauración de humedales. Es importante remarcar no solamente el valor añadido que supone para el territorio el tener estas personas trabajando en una zoma de despoblación alta como Tierra de Campos, sino también la importancia de la capitalización sobre los bienes de sus habitantes. No es lo mismo el valor de una casa que está junto a una zona donde se ha restaurado un humedal de calidad que otra que esté al lado de un vertedero o un humedal desecado. De hecho, en Boada, desde que se inició la restauración de su espacio húmedo se han rehabilitado casas que se estaban cayendo y mucha gente que reside fuera del pueblos las está recuperando como lugar de residencia en vacaciones. Esto esalgo que supone cierto revulsivo económico para estos pequeños municipios y que puedan recobrar vida.
Las acciones de recuperación ambiental se combinan con el anillamiento científico de aves. ¿Existenn otros trabajos que se llevan a cabo durante el año?
Junto a los distintos trabajos de voluntariado ambiental también se lleva a cabo desde hace años el anillamiento y otras acciones en el marco de varios proyectos con financiación europea. Por ejemplo, la evaluación de la capacidad de fijación de carbono de los humedales recuperados, que es muy importante, además de la iniciativa de muchas empresas que quieren ya compensar sus emisiones a la atmósfera, no simplemente plantando árboles sino también contribuyendo a la restauración de espacios húmedos como grandes generadores de carbono.
El carricerín cejudo ha sido una de las especies protegidas con presencia en La Nava en la que se ha invertido más tiempo y dinero, sobre todo con fondos de la UE. ¿Se han logrado los objetivos previstos?
Se ha detectado una mayor presencia de esta especie en los humedales recuperar las praderas de junco, en las que suele descansar y alimentarse en las rutas migratorias. Esto no quiere decir que el carricerín cejudo haya aumentado en población, ya que habría que ver los censos de reproducción del norte de Europa, pero sí que se ha constatado que los trabajos de mejora del hábitat en humedales tanto de Castilla y León como de Castilla-La Mancha, junto a los situados en la costa mediterránea, han favorecido el descanso y la presencia de la especie protegida en estas zonas.
El trabajo de 30 años da para mucho. ¿Qué otras iniciativas han tenido el sello de la FGN?
Así es en otras zonas húmedas restauradas aledañas al Canal de Castilla, donde la Fundación actuó en estos espacios generados de forma natural, en total unos 30 de alto valor ecológico, plantando casi 1.000 árboles y arbustos. También se trabajó mucho con agricultores en la recuperación de aves esteparias y ahora estamos lanzando, junto a la cooperativa Agropal, un programa para fomentar la producción y exportación de legumbre ecológica cultivada en zonas de alto valor natural para las aves esteparia, en Tierra de Campos, así como en la Montaña Palentina en diferentes proyectos. De hecho, también construimos en esta zona del norte de la provincia un centro de interpretación para la cigüeña blanca en Barrios de Santa María, en la zona del embalse de Aguilar.
Naturaleza Pastoreada es el último proyecto que impulsa el trabajo con los rebaños como una actividad económica necesaria. ¿Cómo funciona en sus diez primeros meses de vida?
Lo que que se busca con este proyecto es poner en valor el pastoreo extensivo como una herramienta clave en el mantenimiento y gestión de grandes espacios naturales. España no contaría con grandes zonas de aves esteparias o grandes especies emblemáticas como es el caso del oso pardo, el lobo, el quebrantahuesos, buitres, etc, si no tuviéramos la ganadería extensiva con la que que contamos actualmente. Por ello, hay que seguir potenciando este tipo de actividad y en la zona de Tierra de Campos trabajamos principalmente con los ganaderos que están todavía pastoreando los humedales en los que actuamos que se secan en verano. Es fundamental que el ganado entre y consuma la masa y el pasto generado para que las cubetas queden limpias de agua y se recicle toda la materia orgánica de estos humedales.
¿Qué nexo de unión tienen estos proyectos que impulsan relacionados con sistemas agrarios sostenibles y con su trabajo en humedales?
Los humedales esteparios que si túan en Tierra de Campos no son más que una parte de un paisaje global que incluye también los cultivos de cereal que se van rotando con barbechos o leguminosas. Estos terrenos agrícolas mantienen las poblaciones más importantes de aves esteparias de Europa Occidental. La joya de la corona de España no es el oso pardo, que existe en muchos países de Europa o de América, o el lobo o el quebrantahuesos u otras aves rapaces. La joya de la corona auténtica son las aves esteparias, que ya prácticamente solo quedan en España y, sobre todo, en la zona de Tierra de Campos y otros espacios naturales de Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía. Ese valor de conservación de estas especies acuáticas es el que tenemos que poner también en el mercado; es decir, hay que vender la biodiversidad que el cereal y las leguminosas generan en Tierra de Campos. Como ejemplo, una de la cooperativas más importantes de Castilla y León como es Agropal ha entendido la diferenciación de estos productos agrarios, que pueden revertir en una mejora de precios y de esta forma apoyar la calidad que aportan los agricultores y sus producciones locales.
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