Los dos únicas monjas cistercienses que habitan el monasterio ultiman su traslado el 19 de marzo a Madrid tras 37 años de presencia de la comunidad en Ampudia. «El santuario de Alconada es imprescindible, haya monjas o no. La devoción a la Virgen va a seguir», apunta Sor Mónica. «Nos vamos con el corazón lleno de personas, de experiencias, con dolor por dejarlo pero a la vez llenas de incertidumbre y ante un gran reto»
Con el corazón henchido de gratitud. Así se marchan las religiosas cisterciences Sor Rosario y Sor Mónica, de 76 y 42 años, respectivamente, del santuario de Nuestra Señora de la Alconada en Ampudia. Una marcha obligada debido a que, tras la muerte de Sor Anuncia, dos únicas hermanas no son consideradas comunidad y son trasladadas a otro convento de su misma orden cisterciense.
Hay contraste de emociones en estos días. Por un lado la alegría por las numerosas muestras de cariño que están recibiendo desde que se hiciera pública su marcha y, por otro, un sentimiento de tristeza por dejar atrás a tantas personas que se han convertido casi en familia durante todo este tiempo. Un tiempo en el que tanto Sor Rosario como la priora Sor Mónica, junto al resto de hermanas que han formado parte del santuario, se han convertido en familia para muchos de los vecinos de los pueblos de Tierra de Campos, que sienten auténtica devoción por la Virgen de Alconada y también por ellas, que tan bien la han guardado y cuidado durante estos años.
Visitas diarias, mensajes y llamadas de forma incesante están siendo la tónica habitual durante todos estos días, en los que múltiples personas están reservando un momento para acercarse hasta el monasterio y llevarse un recuerdo de las hermanas, un objeto de su tienda habitual o, lo más importante, un abrazo de ellas.
Un amor por Sor Rosario y Sor Mónica que se deja ver en cada palabra dedicada por los visitantes que, cualquiera de estas tardes de invierno, están desplazándose hasta el santuario para mostrarles su agradecimiento por su trabajo tan desinteresado durante este tiempo y, cómo no, preguntándose qué va a ser de este enclave monástico a partir de ahora. Sor Mónica es clara, el monasterio pertenece al Obispado de Palencia y, por tanto, su cuidado y mantenimiento debe continuar independientemente de la habitabilidad o no del lugar, aunque es una auténtica incertidumbre. «No sabemos qué va a pasar, lo desconozco», asegura.
Desde el pasado verano, se han sucedido las noticias amargas para las religiosas. El 5 de agosto de 2021 se declaró un incendio en la cubierta del tejado del monasterio cuando se encontraba inmerso en las obras de reparación. Aunque, por suerte, no hubo que lamentar daños personales, se derrumbó gran parte de la techumbre. Y el 12 de octubre, el fuego volvió a declararse en el santuario de Alconada, afectando al propio tejado en reconstrucción. Cuando las hermanas apenas estaban empezando a recuperar la normalidad, Sor Anuncia falleció a finales de año.
Se les comunicó entonces a Sor Rosario y Sor Mónica su inminente traslado, al quedarse solo dos religiosas y no considerarlas ya comunidad. «Este es el último desprendimiento que nos queda, pero como monjas, aunque con dolor, lo aceptamos porque sabemos que es algo que nos acerca más a la cruz», explica Sor Mónica.
«Nos vamos con el corazón lleno de personas, de experiencias, con dolor por dejarlo pero a la vez llenas de incertidumbre y ante un gran reto. Entrar en una nueva comunidad es un desafío, ya que nosotras, como cistercienses, tenemos voto de estabilidad, donde entramos morimos. Es una nueva superación personal», afirma Sor Mónica. La religiosa asegura que estos años han sido un aprendizaje continuo y una vida que no ha sido como se imaginaba, sino mucho mejor. Ha aprendido a ser consciente de que su vida no solo es oración, sino también «una acogida de Cristo en la otra persona». Un auténtico cambio de perspectiva.
La hermana Mónica es, actualmente, el miembro más joven de la orden circenciense en España. Tiene 42 años y cuando entró en el convento era tan solo una niña. Tan solo unos instantes son suficientes para percibir su ilusión y su alegría, que tanto han calado durante estos años en Tierra de Campos y que seguirán acompañándola también en Madrid, adonde se trasladarán las dos religiosas y quedarán instaladas el 19 de marzo en el Santuario de Nuestra Señora de los Peligros de la capital de España.
«¡Les vas a revolucionar a todos!», bromean muchos de los visitantes durante estos últimos días. Y es que Sor Mónica ya tiene pensado qué actividades llevar a cabo en su nuevo destino y junto a sus nuevas compañeras. Desde su famoso obrador de pastas, hasta múltiples actividades manuales para fortalecer el estado físico y también la mente.
Por su parte, Sor Rosario tiene 76 años y entró junto a otras cuatro hermanas –una de ellas de sangre–, en 1985 en el monasterio. Treinta y siete años sintiendo cada lugar del monasterio como su propio hogar y sus vecinos y feligreses como su familia. Una cordobesa que se siente palentina después de tanto tiempo en Ampudia.
Venta de artículos
Desde que finalizase la exposición de belenes y coincidiendo con la comunicación de su marcha a Madrid, las hermanas decidieron desprenderse de todos los objetos materiales que trajeron al monasterio en el año 1985. Desde piezas de arte sacro y mobiliario hasta una máquina de coser, dos órganos eléctricos, decoración y múltiples objetos.
Además, también siguen liquidando los imanes, estampas, cajas de cerillas, pulseras y demás artículos con los que contaba su tienda de forma habitual. Su intención es poder tener las puertas abiertas hasta finales del mes de febrero, sino acaban antes con todas las existencias.
En estos últimos días han recibido «una verdadera invasión» de visitantes y compradores que han querido aprovechar la ocasión para despedirse de las hermanas. Desde hace algo más de un mes, ha sido constante el goteo de personas que cada tarde llaman a su puerta.
«La gente viene con gratitud, queriéndose despedir y llevándose un recuerdo de las hermanas para tenerlo en su casa, simplemente. También hay gente que viene a curiosear o a buscar gangas, pero la gran mayoría lo hacen para despedirnos y ofrecer su ayuda», explica la hermana Sor Mónica.
«Tenemos una mezcla de emociones. De alegría por verlos y a la vez por la tristeza de un hasta luego, porque sabemos que no es un hasta siempre, una separación física que al final a nosotros nos suele costar tanto», agrega.
La incorporación a la nueva comunidad está fijada para el día 19 de marzo, día de San José. Hasta entonces, las hermanas no solo han reservado unos días para finalizar los trámites de la mudanza sino también para poder interiorizar este cambio. La nueva comunidad que se convertirá en el hogar de Sor Mónica y Sor Rosario está en el Santuario de Nuestra Señora de los Peligros en Madrid. Allí vivirán con más congregaciones venidas también de diferentes puntos de España, hasta completar una quincena de religiosas.
«Venimos muchos domingos a misa y tenemos una relación muy estrecha con el santuario. Desde que tenía 4 años, veníamos con el carro y la mula para venir a comernos la tortilla. Qué bien lo pasábamos», recuerda Marino Fernández, de 85 años. Tanto Marino Fernández como su mujer, Petra Payo, sienten mucha pena por la marcha de las hermanas. Aseguran que, después de estos años, han forjado una gran amistad con ellas y, por tanto, van a notar mucho su ausencia.
Una marcha que se hace sentir más allá de la provincia de Palencia, pues la Virgen de Alconada cuenta con devotos en diferentes puntos de la región y también de España que, cada vez que pueden, no dudan en reservar un momento de sus vacaciones o de su vuelta al pueblo para acercarse hasta el santuario.
Miedo al futuro
El futuro del monasterio es lo que más preocupa a todos los fieles y devotos de la Virgen de Alconada que sienten muy vinculada a la comunidad con la virgen. ¿Qué va a ser de todo esto ahora? es la pregunta que más se formula durante estos días. Todos coinciden en algo, no quieren ni pensar en perder el patrimonio artístico, cultural y social de este enclave monástico.
«El santuario es imprescindible. Haya monjas o no las haya, la santísima Virgen de Alconada se remonta hasta el siglo XVIII. No somos imprescindibles. La devoción va a seguir. Yo la cuido hoy pero mañana lo puede hacer otra persona. Ninguno somos imprescindibles, todos somos necesarios. La gente va a seguir viniendo», recalca Sor Mónica.
Pero lo cierto es que esta no es la primera vez que Alconada se queda vacío. En 1977, la anterior orden, cistercienses trapenses, tuvo que marcharse también y este estuvo vacío durante siete años, hasta 1985. Fue entonces cuando entró esta nueva orden cisterciense, en la que han llegado a ser cinco hermanas.
Durante estos años han pasado de ser cinco a tres hermanas hasta el fallecimiento de Sor Anuncia hace apenas un mes. Aunque en este tiempo ha habido algún ‘intento’ de distintas incorporaciones, lo cierto es que ninguna de ellas se ha terminado formalizando. Treinta y siete años de trabajo y dedicación por parte de cinco mujeres religiosas y una devoción de los vecinos de diferentes generaciones que Tierra de Campos promete no olvidar nunca.
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