Era vecino de Fuentes de Valdepero desde 1996, donde en los últimos años abrió un museo y centro internacional de arte. Las primeras exposiciones del artista en New York muestran «las criaturas macilentas y achaparradas de Maisterra, pintadas con colores en sordina, que sugieren un mundo posatómico a lo Huxley.
Narciso Maisterra, nacido en Palencia en 1933 y vecino de Fuentes de Valdepero desde 1996, donde en los últimos años abrió un museo y centro internacional de arte, ha fallecido hoy a los 88 años. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Palencia, en la Universidad de Madrid y en los talleres del Círculo de Bellas Artes. En 1961 se traslada a Estados Unidos. Durante 17 años fue profesor de arte en The Wheeler School of Providence (Estados Unidos). A principios de los años ochenta se establece en Cantabria, dedicándose a la docencia y a la creación, hasta que en 1996 llegó a Fuentes de Valdepero.
Las primeras exposiciones del artista en New York con una fuerte carga social, muestran «las criaturas macilentas y achaparradas de Maisterra, pintadas con colores en sordina, que sugieren un mundo posatómico a lo Huxley, mucho más terrible por cuanto que nos clavan la mirada sin solicitar ni esperar nada», según se recoge en la página web de su fundación.
Después de esta primera etapa de su pintura, fuertemente ligada a un simbolismo religioso, en 1970 Maisterra da comienzo a una fase distinta, utilizando esculturas de cabinas telefónicas a tamaño natural crea espacios de intensa agonía espiritual (versiones científicas ó tecnológicas del confesionario) donde el ser humano expone su carne vulnerable dentro de la despiadada linealidad del acero y los tubos de plástico.
Con el empleo de una técnica moderna como es la resina de poliéster policromada y fibra de cristal, Maisterra combina un alto conocimiento de hidráulica, circuitos eléctricos y anatomía, con una visión espiritual en la tradición de El greco y Goya, quienes trataron sorprendentemente los oscuros problemas espirituales del hombre. Estos problemas, en el siglo veinte imponen una tarea monumental al artista, que tiene que buscar forma para su visión.
Su obra durante este periodo tiene «como denominador común la expansión, la pintura extendida, apaisada, horizontal, abierta en esa dimensión de 180 grados, que hace genuino su hacer por cuanto plantea un mundo convexo sumamente interesante y plástico«.
Maisterra coloca sus personajes en estos paisajes que, «por su concepción y definición escapa tanto a las convenciones pictóricas usuales como a los mecanismos de la visión subjetiva. El arco de visión que el peculiar formato permite, provoca en el espectador un efecto muy particular, sumergiéndole en la imagen, en un vértigo que separa lo pintado de lo real.»
En 2012, Maisterra sufrió un accidente que le limitó el uso normal del brazo derecho, lo cual influyó en su técnica habitual (Óleo/lienzo tamaños grandes y medianos) obligándole a trabajar en formatos más pequeños. A partir de este momento empieza a trabajar con óleo sobre papel y pastel de 50×70 cm. y 42×30, con los que a veces construye trípticos y polípticos de mayores dimensiones, conocidos como retablos
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