«Hay que investigar los abusos en toda la sociedad, no solo a la Iglesia»
«A los antivacunas les diría que el quinto mandamiento es no matar», expone el prelado, que al cumplir 75 años ha presentado su renuncia al Papa.
Cuando Manuel Herrero (Val de San Vicente, Cantabria, 1947) fue el pasado diciembre al Vaticano a ver al Papa, le llevó un libro de su «amigo» José Ramón Sánchez, «un dibujante de mi tierra, que ha ilustrado la vida de Jesús», le dijo al pontífice sin disimular el afecto de las raíces compartidas entre el artista y el obispo de Palencia desde 2016, y que, al cumplir 75 años, tal como mandan las leyes eclesiásticas, debe renunciar a su puesto. A la espera de que nombren un sucesor, enfrenta una nueva etapa en la que, le gustaría regresar a su tierra «para estar cerca de la familia si es posible». Antes de irse, se asoma a esta entrevista para reflexionar sobre el papel de la mujer en la Iglesia, la igualdad de derechos, la propia institución o los abusos sexuales que han llegado al Congreso.
–¿Qué hace un obispo cuando se jubila?
–Aparte de estar en alguna comunidad de Agustinos, y no sé aún dónde, lo que haré será ayudar a alguna parroquia, leer más, orar un poco. Eso es lo que pretendo. Me jubilo del servicio activo, un poco de descanso viene bien a esta edad, pero eso no quiere decir que deje el ministerio: servir tenemos que servir hasta la muerte e incluso más allá, pero el ministerio no se puede olvidar, la forma de ejercerlo es distinta.
–¿Qué tal se encuentra? Después de seis olas de covid, ¿sigue con fuerza?
–Me encuentro bien. Y gracias a Dios, tengo fuerza. Ya padecí la infección en la primera oleada, hace casi dos años. Estuve once días ingresado y no me dejó secuelas. Es un mal esta pandemia.
–¿Nos ha hecho perder la fe?
–No, lo que nos hace es reflexionar y palpar nuestra limitación y nuestra precariedad y la necesidad que tenemos unos de otros. Para muchos ha supuesto una apertura a la fe, otros habrán maldecido ante Dios como si fuera un castigo, pero no lo es, Dios no castiga a nadie: es padre con entrañas de madre, esto entra dentro de la naturaleza. Igual que lo ha habido en otras épocas, ahora le ha tocado a la nuestra, y tenemos que afrontarlo y alabar a los científicos, apoyarlos para que busquen vacunas u otros medios para superarlo y agradecer el cuidado médico del personal sanitario.
–¿Qué le diría a los antivacunas?
–Respetaría su conciencia, pero les diría que están poniendo en riesgo tu vida y el quinto mandamiento dice no matar, lo que quiere decir que hay que cuidar la vida porque es un don de Dios, la tuya y también la de los demás. Yo no soy científico, pero el remedio que tenemos a nuestro alcance son las vacunas, lógicamente el quinto mandamiento es cuidar la vida, mimar la vida, la propia y la de los demás.
–¿Y qué siente ante el cambio?
–Yo sigo. Yo sigo adelante. Y cuando me toque, dejo el sitio a otro y ya está, como otro cambio y servicio en la Iglesia .
–¿Intuye quién va a sustituirle?
–Ni idea. Dicen por Colombia cuando preguntan quién va a venir, que quién sabe quién, cuando y cómo.
–El 17 de enero cumplió 75 años, la edad de ‘jubilarse’ como obispo, ¿qué regalo recibió?
–Toda la vida es un regalo. Tenía un compañero, que ya murió, que cuando llegaba el cumpleaños le felicitábamos y le decíamos: ‘Padre Aurelio, ¿cuántos años tiene? Ninguno, los que tenía ya los gasté y ahora vivo de regalo. Pues igual yo. Recibí muchas llamadas de amigos, de feligreses y la familia, muchas desde Santander.
–¿Le gustaría volver a vivir a Cantabria?
–Todavía no sé dónde voy a vivir. Mi familia la tengo allí y me tira, pero no lo he decidido. Si es posible, me gustaría estar cerca de mi familia, pero no para intervenir en las parroquias en las que estuve, porque allí hay otros que siguen adelante.
–¿Cómo es la Iglesia que deja?
–No dejo la Iglesia, sino el ejercicio activo en ella. El problema fundamental que veo es el de las vocaciones al ministerio, pero también la formación en la fe. En este sentido, la despoblación en ciertos territorios está influyendo, la baja natalidad y el envejecimiento también se nota, no hay jóvenes, porque emigran al no haber posibilidades de trabajar en ciertas zonas, y ese debe ser el empeño de la Iglesia, el de crear comunidad cristiana.
–¿A qué cree que se debe la escasez de seminaristas?
–Tiene múltiples causas entre la despoblación, el envejecimiento y la falta de nacimientos, así como la falta de conciencia viva en las comunidades, pero también a veces es por el tipo de familia, que al haber pocos niños tampoco hay generosidad en ese sentido por parte de los padres a dejar que los hijos vayan al seminario. Ser sacerdote o religioso o religiosa es una forma de vivir el Evangelio que no quiere decir que seamos menos felices, sino que es una forma de vivir al servicio de los demás y llena la vida.
–¿Qué haría para revertir esa escasez?
–Lo del refrán castellano: ‘A Dios rogando y con el mazo dando’. Así que primero con la oración, porque las vocaciones son dones de Dios, pero después también poniéndose en contacto con los jóvenes y las comunidades con la conciencia de que necesitan también moverse e implicarse para que sean vivas y participativas.
–¿Cree que la sociedad va por un camino en derechos y libertades, y la Iglesia por otro?
–La actual sociedad tiene realidades positivas y negativas, y dentro de esa sociedad la Iglesia quiere ser sal, luz y fermento llevando el Evangelio para que avance por los caminos positivos, porque hay caminos que no lo son, como el aborto o la eutanasia, las guerras o la insolidaridad.
–El obispo de Tenerife dijo hace unos días que ser homosexual es un pecado mortal, ¿lo cree así?
–Ser homosexual no es un pecado mortal, ni mucho menos. El Papa decía esta semana a los padres: no condenéis a vuestros hijos porque sean gays, se trata de asumir, acompañar y ayudar a que se realicen como personas.
–¿Qué le da miedo?
–No tengo miedos especiales, vivo en la confianza en Dios y veo que estamos en sus manos y no tengo miedo. Hombre, a ver, la muerte te da repelús, y también el dolor, pero lo vivo con confianza en Dios.
–¿Le dan miedo ciertas noticias que lee en la prensa?
–No me da miedo leer la prensa, pero veo la problemática y que la sociedad es como es, y creo que estamos permanentemente en una situación de orientar y redefinir la marcha. La situación por ejemplo de Ucrania y de Rusia, más que miedo me crea inquietud, espero que las naciones reaccionen y les entre la sensatez, le ruego al Señor que inspire a los gobernantes porque el pueblo ahí no podemos hacer nada.
–¿Qué opina de que en España sea un periódico el que esté elaborando un registro de víctimas de abusos sexuales en la Iglesia en nuestro país, y se lo haya hecho llegar al Papa?
–No lo está haciendo solo un periódico, en las diócesis hemos hecho un trabajo. Aquí he puesto una oficina para recibir denuncias y hacer investigaciones al respecto; es oficial y está publicado, con el nombre de quién está al frente, y hasta ahora no hemos recibido ninguna denuncia. El periódico El País sacó nombres y hablaba de un sacerdote de Palencia, que ya murió hace años. No lo conocí, pero creo que el periódico ha hecho una investigación sesgada, desde mi punto de vista: también se dan casos en otros sectores de la sociedad y no tienen trascendencia. Lo que no se puede es medir con una vara a la Iglesia y con otra a otros sectores de la sociedad. Hay que tener en cuenta también la prescripción: a los difuntos los dejaría estar en paz, como el refrán: ‘Agua pasada no mueve molinos’.
–La Conferencia Episcopal no tiene previsto elaborar un registro nacional de víctimas de abusos sexuales.
–Lo que ha hecho la iglesia de España es una especie de vademécum, por llamarlo de alguna manera, para el tratamiento de estos temas; cómo recibir y acompañar cuando pasa. Aquí queremos atender caso por caso, porque no son números, cada persona tiene una historia y unas circunstancias particulares.
–La polémica ha llegado al Congreso y tres partidos han pedido una Comisión de Investigación, ¿qué le parece?
–Me parece bien, pero que lo hagan en toda la sociedad, no solo en un segmento de la sociedad. ¿Por qué no lo hacen a nivel de partidos políticos o a nivel de otras instituciones, y solo en la Iglesia? Me parece que es ser parciales y deformar la realidad, que buscan un chivo expiatorio desde toda la sociedad cuando lógicamente aquí cada uno tiene que asumir su responsabilidad.
–’Dios está en todas partes’, pero hay partes en las que parece que no está Dios.
–Dios está, sin duda alguna, incluso en el silencio está. Pero nosotros a veces no tenemos oído para escuchar, y no los oídos de la cara sino del corazón para estar atentos, ni esas entrañas del buen samaritano para bajarnos, atender al otro y cuidarlo, porque el otro es nuestro hermano.
–Si mira hacia atrás, ¿cuál ha sido su palabra, qué huella deja en sus años de servicio tanto en Cantabria como en Palencia?
–Quisiera que mi palabra y mi estilo aludieran a la presencia y a la huella de Jesucristo, no otra cosa. No pretendo dejar una huella especial como persona, sino aludir a Jesucristo, que es siempre amor y misericordia para cada hombre y cada mujer de la sociedad.
Entrevista realizada por Marta San Miguel, 30 Enero, 2022.
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