La Piedad se desplaza hasta San Juanillo e invita al recogimiento en su Acto de Reconciliación celebrado este año en María Reina Inmaculada.
De la reconciliación, de la confesión, del perdón o de la curación. Son múltiples las fórmulas con las que los cristianos palentinos pueden referirse al sacramento de la penitencia, resumido en Palencia en una sola procesión, la de La Piedad y la Reconciliación.
Es, quizás, la más peculiar y distinta de cuentas se celebran en la capital dentro del ciclo procesional de la Semana Santa por su recorrido. Y es que la hermandad franciscana de la Santísima Virgen de la Piedad abandona el itinerario habitual de otros desfiles por el centro histórico de la ciudad y se acerca, cada año, a las distintas parroquias repartidas por los barrios periféricos para realizar allí el ya tradicional acto penitencial comunitario.
Ayer, Sábado de Pasión, fue el turno de San Juanillo, y más concretamente de la iglesia de María Reina Inmaculada. En este templo tuvo lugar el conocido como Acto de la Reconciliación ante la atenta mirada de los vecinos de un barrio que rara vez disfrutan en sus calles de grandes eventos como el que tuvieron la oportunidad de vivir en primera persona gracias a la voluntad itinerante de la hermandad franciscana.
Previamente, las imágenes de San Francisco de Asís (viuda de Reixach, siglo XX) y la Santísima Virgen de la Piedad (Hermanos Martínez, 2004) salieron de la iglesia de San Agustín. Tomaron luego la calle Mayor hasta la plaza de León, donde se vivió uno de esos momentos llamativos que tiene esta procesión: el desfile de cofrades e imágenes por el paso subterráneo de la avenida de Cuba, en cuya barandilla se arremolinaron varias decenas de palentinos.
Continuó el recorrido al otro lado de las vías del ferrocarril hasta la plaza de San Juanillo, para después proseguir por varias calles del barrio como Eugenia de Montijo, Alonso París o Infanta Isabel antes de deshacerlo caminado y regresar hasta San Agustín. Un recorrido ajeno a los bellos monumentos del casco histórico al celebrarse entre bloques de edificios y atravesando grandes viales, pero que supuso el reencuentro de esta parte de la ciudad con la Pasión.
Fue en San Agustín donde los palentinos despidieron con la Salve a la Virgen, que comenzó su particular preparación para acompañar a su hijo de camino al calvario. Un momento mágico al celebrarse al calor de los faroles que portaban los cofrades, arropados por miembros de otras hermandades en su primera procesión en solitario de la Semana Santa de este año.
La rotación de iglesias continuará en 2023. Tras María Madre Inmaculada será el turno de San Antonio, Nuestrta Señora del Carmen, San Marco, San Ignacio y Santa Inés, según el orden previsto.
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