Crecen las ventas con respecto al año anterior, a pesar de que se pidan menos consumiciones y se hayan reducido las rondas. También se ha visto que este año Nochebuena y Nochevieja, al caer en domingo, se han quedado en «un sábado más» porque la gente ya no sale tres días seguidos y ha tenido que elegir y repartirse.
También el ocio nocturno ha puesto un broche de oro a 2023 con unas buenas navidades en lo que a clientela se refiere, aunque el tardeo haya ido desplazando cada vez con más fuerza al gusto por trasnochar que hasta no hace mucho definía la noche palentina. «Todo ha ido cambiando y nos hemos ido adaptando, porque ahora la noche tiene lo justo», explica Guillermo Flores, que tiene cinco bares en Palencia y, tras quince años en el sector, ha ido enfocando su negocio hacia un público más adulto para adaptarse a los nuevos gustos y a una clientela que ha ido cumpliendo años.
El caso es que, ya sea a la luz del sol o rozando el amanecer, y salvando los cotillones de Nochevieja, cañas y copas han devuelto la alegría a los establecimientos de ocio nocturno estas navidades. No se ha gastado con tanta alegría como hace diez años, porque los clientes se han vuelto más moderados en eso del beber, ni se pagan tantas rondas por aquello de que los bolsillos están más justos, pero la Navidad ha sido buena para el ocio nocturno.
«Hemos vendido más que el año pasado», afirma Flores, que ha notado cómo han crecido las ventas entre semana, de lunes a jueves, aunque los fines de semana hayan seguido siendo lo más fuerte y el tardeo se haya impuesto claramente a la noche. «Hemos notado que entre semana, después de comer ha habido muchos grupos de copas y de fiesta. Sobre todo antes de la Navidad propiamente dicha», explica el propietario del bar ‘Y un Cuerno’. A partir del día de la lotería, el 22 de diciembre, cuando oficialmente se da el pistoletazo de salida de la Navidad, las copas de empresa han dado paso a las copas en familia o con amigos, que aun siendo grupos menos numerosos, han seguido animando los locales de ocio nocturno.
También se ha visto que este año Nochebuena y Nochevieja, al caer en domingo, se han quedado en «un sábado más» porque la gente ya no sale tres días seguidos y ha tenido que elegir y repartirse. Ello, con la excepción de los cotillones, que sí han funcionado, y los locales más enfocados a los más jóvenes y al público latino. Algo que Guillermo Flores ha notado en dos de sus locales, el ‘Antro’, enfocado al público juvenil, y el ‘Sugar’ que se ha llenado de ciudadanos latinoamericanos deseosos de bailar y pasarlo bien.
Con todo, y a pesar de los cambios en gustos y tendencias, este hostelero asegura que se ha trabajado bien en Navidad, que se ha vendido más y se ha facturado bien, que incluso se han superado las ventas de antes de la pandemia, pero «ahora llega la hora de pagar», apostilla. Y con ello apunta el incremento de costes fijos, de la energía, de los productos, los impuestos, los costes salariales, los contratiempos y la infinidad de variables que van restando en la caja trabajada estos días. «Ingresas y trabajas cada vez más, pero cada vez nos queda menos», sostiene. «Cada vez hay más cargas, impuestos, contratiempos, subidas de costes que no hemos llegado a repercutir, y el margen cada vez es menor», continúa Flores, mientras afirma que hace quince años, cuando empezó, ganaba más con un solo bar que ahora con todos.
Porque hoy en día, aunque el negocio vaya bien, hay que estar constantemente mirando las cuentas para no pasarse con los gastos. Sin olvidar lo difícil que es organizar un negocio imprevisible y tener prevista la plantilla suficiente para atender bien a los clientes. «Organizas al personal, metes refuerzos y luego llega todo el mundo a la vez, te llenan el bar y tienes que atenderlos con agilidad o no viene nadie y tienes al personal de brazos cruzados», explica.
20% de la facturación anual
Con todo, reconoce que las ventas de Navidad, que pueden suponer un 20% de la facturación anual, siempre dependiendo del negocio, «ayudan a llevar el trimestre». Porque la cuesta de enero es «muy dura» y la facturación baja una tercera parte. Sin olvidar el estrés que genera a los propietarios trabajar más duro para ganar menos, la incertidumbre de un negocio en constante cambio y que hay que saber gestionar el «bajonazo» que llega después de tanta actividad.
«Por eso hay tanta gente que abandona aunque esté ganando dinero», afirma este hostelero, resignado a que durante el mes de enero el negocio se limite a los fines de semana y que haya más gente en los gimnasios que en los bares.
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