Cuando la mayoría ve problemas, nosotros vemos soluciones

Dámaso

17 de octubre de 2021

Álvaro Retortillo asumía el pasado mes de junio el reto de dirigir la Fundación Santa María la Real, una entidad social que tiene a las personas en el centro de sus actuaciones. Retortillo apuesta por la innovación como una de las soluciones en el contexto de reconstrucción y oportunidades que ha generado la pandemia.

¿Cómo valora la gestión del anterior director, Juan Carlos Prieto, y qué recoge de su etapa?

La valoración es altamente positiva, no puede ser de otra manera. Es un mérito enorme haber traído a la organización hasta el lugar donde está hoy en día, con una imagen de prestigio como la que tiene y una proyección a nivel nacional e internacional. Un proyecto basado en una visión inspiradora, pero que, a la vez, ha sabido adaptarse a los tiempos, con un modelo de gestión profesionalizado y con un talento tan grande como el que ha tenido y tiene en sus filas. Nuestro reto, sin duda, es ir más allá y generar impacto en más lugares y de más maneras, adaptándonos a unos nuevos tiempos marcados por un ritmo de cambio vertiginoso y una complejidad creciente.

¿Cuáles son los objetivos inmediatos de su mandato?

En primer lugar, la pandemia ha puesto nuestro mundo patas arriba. Cosas que dábamos por sentadas, de repente están cuestionadas. Hay grandes necesidades a nivel económico y social. La Fundación tiene que jugar un papel fundamental en el proceso de reconstrucción. Siempre hemos dicho que uno de nuestros lemas es que, cuando la mayoría ve problemas, nosotros vemos soluciones, y creemos firmemente que el período post-pandemia va a ser un contexto de oportunidades, con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia en marcha. Ahí debemos estar, generando desarrollo e impacto social.

A largo plazo, ¿qué proyectos quiere afianzar y poner en marcha?

Nuestro objetivo es el mismo que hace dos años, cuando enunciamos las líneas maestras del anterior plan estratégico: sostenibilidad económica, independencia y generar más impacto tanto a nivel social como cultural. Ahora incluimos una variable más: la medioambiental. Estamos en un momento en el cual nuestro planeta nos está diciendo basta, y ahí tenemos un gran reto como organización. El cambio climático no admite esperas, se lo debemos a nuestros hijos. 

¿En qué valores y líneas de actuación centrará su mandato?

Como siempre, lo principal es poner a las personas en el centro de nuestras actuaciones. Estamos aquí para dar respuesta a los problemas de la gente. Otra de las características que siempre nos ha definido ha sido la innovación. Los inicios, con la restauración del monasterio a la par que se ponían en marcha las escuelas taller, son un clarísimo ejemplo de innovación social. La innovación está muy dentro de nuestro ADN, y debido a ella han surgido proyectos como la Enciclopedia del Románico, MHS o Lanzaderas de Empleo, por citar algunos. La debemos potenciar más si cabe, conjuntamente con la transformación digital, algo que ha dejado de ser una opción. Por otro lado, valores como la transparencia o la sostenibilidad estarán muy presentes en esta nueva etapa. 

¿Cuáles son las principales líneas del nuevo Plan Estratégico 2022-2023?

El plan estratégico se centrará en el crecimiento, en multiplicar nuestro impacto, tanto de manera orgánica como a través de alianzas estratégicas. Por ello, a nuestras líneas tradicionales de trabajo en empleo y emprendimiento, turismo y cultura y atención social, sumaremos otras nuevas.

Estamos aún trabajando en su elaboración, pero queremos lanzar proyectos para abordar problemas como la exclusión social acentuada por la pandemia, la soledad de las personas mayores, o seguir incidiendo en la transformación digital de la gestión del patrimonio, así como proyectos más centrados en lo medioambiental, la transición energética o la regeneración urbana. Lo planteamos a dos años en lugar de a cinco porque nuestro mundo va tan rápido que todo se queda obsoleto a una velocidad de vértigo, y un plan estratégico lo hace incluso en meses. 

¿Cómo ha evolucionado la FSMR desde su creación hasta hoy?

A nivel práctico podríamos decir que el camino recorrido ha sido desde Aguilar al mundo, añadiendo nuevas líneas y proyectos a medida que íbamos detectando necesidades sociales. Todo ello gracias al apoyo de multitud de entidades públicas y privadas, y con muchísimas grandes personas y profesionales colaborando. Está claro que nuestra esencia es Aguilar y el Románico, pero hoy somos una entidad nacional de más de 200 personas que trabaja en ámbitos muy distintos. Una empresa social, que trabaja cada día para ser sostenible mediante la explotación de sus propios recursos. 

La figura de Peridis ha ayudado a dar valor añadido a la Fundación. ¿Cuán importante es su legado?

La figura de José María es única e irrepetible. Muy pocas veces se alinean los astros para que alguien con un talento superlativo y unos valores humanistas tan altos como los suyos se ponga a trabajar al servicio de un proyecto como el de la Fundación. Sin él, esto no existiría, así de simple. Nos ha puesto el listón muy alto. Personalmente, es alguien a quien le debo muchísimo. Siempre digo que los años que pude trabajar a su lado en el Programa Lanzaderas de Empleo fueron mejores que un MBA (Máster en Administración de Empresas) en la mejor escuela de negocios del mundo.

¿Por qué es importante el Sistema de Monitorización del Patrimonio?

Esta es una de las grandes apuestas estratégicas de la Fundación, desde hace años. Probablemente cuando se lanzó, allá por los inicios de la pasada década, nos adelantamos a los tiempos, para bien y para mal. Pero ahora, tras un período de reenfoque estratégico, estamos viendo que la visión de la digitalización del patrimonio está en todas las agendas, y ahí estamos muy bien posicionados, con grandes proyectos en cartera. No solo es la monitorización, sino que estamos evolucionando hacia un sistema de gestión integral que trabaja en esa conjunción entre la conservación y la explotación responsable de los activos patrimoniales. A eso hemos ido añadiendo nuevas tecnologías como el blockchain o el machine learning. 

La labor de la Fundación en la conservación y promoción del patrimonio es innegable, pero existe un importante problema para acceder a muchos monumentos

Es una de nuestras grandes luchas. De nada sirve intervenir sobre los elementos patrimoniales y diseñar planes de gestión si luego la gente no los puede visitar y disfrutar. Aquí hace falta un compromiso global de todas las instituciones implicadas: los propietarios de los inmuebles, la administración y la sociedad civil. Hoy en día hay muchas soluciones, tanto tecnológicas como de otro tipo, para evitar que los sitios estén cerrados, pero hace falta voluntad y recursos para que eso suceda. 

¿Cómo ha sido la evolución de las escuelas taller, germen de la Fundación, hasta convertirse en lanzaderas de empleo para fomentar el emprendimiento? Pues son dos programas bastante distintos en cuanto a su estructura, pero muy similares en cuanto a su filosofía: la persona en el centro. Aprender haciendo y hacer aprendiendo. El propósito común como esencia del proyecto (restaurar patrimonio en un caso, que todos consigan empleo en el otro). Y el equipo como base del aprendizaje. Realmente, las lanzaderas están orientadas en un amplísimo porcentaje al trabajo por cuenta ajena, pero también hay quien emprende su propio proyecto, y quien decide retomar los estudios. 

¿Cuáles son sus expectativas a corto plazo? ¿Cómo están funcionando a nivel de inserción laboral? 

Lanzaderas es un programa plenamente activo. Ahora mismo el modelo predominante son las Lanzaderas Conecta Empleo, que realizamos junto al Fondo Social Europeo y Fundación Telefónica, y también con la colaboración de muchas administraciones. Se trata de un modelo más orientado hacia las competencias digitales, en un formato híbrido (presencial y digital). Los datos son muy variables, ya que ahora mismo tenemos varias modalidades de Lanzaderas, con distinta duración y temática. Y hay que tener en cuenta que hemos estado sumidos en una pandemia que paralizó el mercado laboral durante meses. Pero, en global, seguimos superando el 50% de tasa de éxito, es decir, personas que consiguen un empleo, emprenden o retoman estudios, lo cual nos llena de orgullo y satisfacción. 

¿Y hasta dónde han llegado a lo largo y ancho de la geografía española?

Hoy en día, llevamos más de 800 Lanzaderas por toda España, y han pasado casi 20.000 personas por el programa desde 2013. Hemos hecho lanzaderas en todas las provincias, y también hemos conseguido exportar el modelo a Portugal y a Italia. Además, hemos transferido la metodología a otros proyectos públicos y privados de inserción laboral. Al final, una política activa de empleo exitosa tiene que estar al servicio de la gente.

Otra misión es el desarrollo sostenible y la activación de los territorios mediante la puesta en marcha de proyectos e iniciativas innovadores

A corto plazo, estamos trabajando en un nuevo plan para Aguilar de Campoo y la Montaña Palentina, como no podía ser de otra manera. Los modelos deben ser actualizados cada cierto tiempo, y ahora mismo estamos diseñando la puesta en marcha de diversas iniciativas, como un centro de inclusión digital, o servicios y proyectos para que las personas mayores puedan quedarse en su pueblo y en su entorno el máximo tiempo posible, entre otros. Y, por supuesto, con el Románico como un eje central. También tenemos puesta la mirada en otros lugares, como el Duero, el Camino de Santiago o las Cuencas Mineras de Castilla y León. 

¿Valoran los vecinos de la comarca el trabajo que hace la Fundación?

Creemos que sí, y así nos lo demuestran multitud de personas cada día. Un claro ejemplo lo hemos visto recientemente con nuestro posicionamiento contra las macrogranjas de cerdos en entornos donde pueden arruinar el trabajo que se ha hecho durante décadas para poner en valor el patrimonio. Las muestras de agradecimiento y cariño que hemos recibido han sido muchas. Dicho esto, tenemos que actualizar y potenciar nuestra propuesta de valor en la zona, y ello será una de las características fundamentales del nuevo plan. 

Uno de sus pilares es la atención sociosanitaria a través de los centros Tercera Actividad. El cuidado de los mayores puede ser un importante nicho de desarrollo en una comunidad especialmente envejecida

Justo en junio se cumplían veinte años desde la apertura de la residencia de Tercera Actividad en Aguilar, y va a hacer dos años que pusimos en marcha el proyecto en León. Para nosotros es algo fundamental. Nuestras residencias son hogares, donde la persona, sus necesidades y deseos están en un lugar central. Y aquí tenemos planes para mejorar el ya de por sí excelente modelo de atención que se está aplicando. La tecnología va a jugar un papel fundamental, con sistemas de gestión inteligentes.

Tenemos proyectos de estimulación cognitiva en marcha y queremos convertir nuestras residencias en centros multiservicios abiertos al entorno. También estamos iniciando un proyecto para hacer que las personas permanezcan el máximo tiempo posible en su domicilio, luchando contra la soledad no deseada y contra las situaciones de aislamiento y exclusión que se dan por vivir en zonas rurales. Desde luego, el cuidado de nuestros mayores es algo que debemos abordar sí o sí, y que además generará muchas oportunidades. La llamada economía plateada ha venido para quedarse. 

La Fundación también tiene un ojo puesto en Europa. ¿Qué esperan conseguir de los fondos NextGeneration?

Son la coyuntura perfecta para desarrollar proyectos que generen un verdadero impacto en el territorio. Pero, sobre todo, son una enorme oportunidad para impulsar un cambio de modelo en nuestra economía y sociedad. Nuestras actividades y enfoque se alinean a la perfección con lo que contiene el Plan de Recuperación, y por ello creemos que puede ser una gran fuente de oportunidades. Pero no es una tarea sencilla, por toda la complejidad inherente a la programación y gestión de estos fondos.

¿Cómo ha afectado la pandemia a la Fundación?

Ha afectado a muchas de nuestras líneas de actividad. Tuvimos un impacto importante en atención social, sobre todo al principio. Esto nos cogió sin saber muy bien siquiera qué era el virus, pero gracias al magnífico equipo de Tercera Actividad pudimos salir adelante. También impactó en otras actividades como  los itinerarios de Cultur, nuestra agencia de viajes, o los cursos presenciales, pero tenemos un público muy fiel y comprometido con el patrimonio, y hemos podido reprogramar los viajes adaptándonos a las nuevas circunstancias. En otras actividades hemos podido seguir adelante, con más fuerza si cabe. Es por eso que nuestra diversidad es un gran activo, nos permite adaptarnos al contexto con flexibilidad. Y ahora tenemos una gran oportunidad para contribuir de manera activa en la reconstrucción.

La digitalización ha llegado a la fuerza a muchas organizaciones. ¿Cómo se ha adaptado la Fundación al cambio tecnológico?

Afortunadamente, llevábamos años apostando por la transformación digital y por fenómenos como el teletrabajo, por lo que esto nos ha pillado entrenados. A nivel de organización, hemos podido adaptarnos de manera más o menos sencilla a un esquema de trabajo en remoto, salvo en aquellas actividades que, por su naturaleza, requieren de presencialidad. En otros proyectos, como Lanzaderas, hemos podido adoptar un enfoque 100% online, y eso nos ha permitido ayudar a las personas aún en lo más duro del confinamiento. La digitalización hoy en día ya no es una opción, y no podemos sino aumentar nuestra apuesta por ella.  

¿Qué le supuso su anterior cargo de director corporativo de desarrollo?

Me ha permitido conocer muy de cerca todas las áreas y líneas de actividad de la Fundación. Durante siete años estuve trabajando sobre todo en el ámbito de la innovación social, el empleo y el emprendimiento. Esta última etapa me ha posibilitado conocer con mucho detalle lo que hacemos en otros ámbitos. Es una entidad muy variada y compleja, que aborda muchos campos y, sin duda, esta panorámica general me ayudará muchísimo en esta nueva etapa. 

¿Son suficientes los medios con los que cuenta la Fundación?

Somos una Fundación de tamaño medio y, aunque hemos experimentado un gran crecimiento en los últimos años, nuestros medios son limitados. No somos de quejarnos, sino de buscar soluciones, y ya estamos trabajando con otras entidades para crear alianzas estratégicas que nos permitan llegar más allá. Queremos generar el mayor impacto posible, en el mayor número de lugares que podamos alcanzar y llegaremos mucho más lejos si lo hacemos acompañados. 

Hablaba de fomentar alianzas con instituciones y entidades para afrontar los retos del futuro. ¿Reclama un mayor apoyo institucional?

No se puede generalizar, porque trabajamos con muchísimas instituciones a nivel local, regional, nacional y europeo, pero, a nivel global, nos falta cultura de colaboración público-privada. Al hilo de los fondos europeos, el Real Decreto-ley 36/2020 se aprobó ex profeso para abordar esta cuestión, entre otras. Pero, en la práctica, estamos viendo que ha habido poco desarrollo, y que las reticencias y las rigideces siguen ahí. Y no es solo culpa de la administración. Generar verdaderas alianzas integrativas, a nivel público-privado, es una asignatura pendiente de toda la sociedad. 

La Fundación también juega un importante papel formativo a través de diferentes cursos y talleres

Somos una entidad del conocimiento, es uno de nuestros valores diferenciales. Desde nuestros inicios con el Románico, siempre hemos dado muchísimo valor al estudio y a la investigación. Es la base para poner en marcha posteriormente proyectos de desarrollo. Ese conocimiento se tiene que poner al servicio de la sociedad, por lo que damos mucha importancia a su transmisión. También hemos podido crear y desarrollar metodologías, y aquí también las transferimos a profesionales y a entidades. La formación no es nuestra línea de actividad principal, pero siempre está ahí, es muy importante para nosotros. 

¿Cuál es el perfil del visitante del centro expositivo ROM?

Existen dos perfiles principales. Por un lado, el público amante del románico que acude hasta el monasterio de manera específica para poder visitar un edificio que es referencia en el estilo. Por otro, los turistas que visitan la Montaña Palentina y se acercan al monasterio al ser un punto de visita obligada, pero que a priori no son conocedores del arte románico. En el primer grupo destaca el porcentaje de mujeres, en torno a un 60%, y con edades entre los 55 y los 70 años. El segundo grupo es más variado, y destacan las familias. La procedencia en ambos casos es principalmente de España (en torno al 85%), destacando sobre todo los visitantes que llegan de la Comunidad de Madrid, País Vasco y de otras provincias de Castilla y León.

Respecto al reto demográfico, ¿cómo ha ayudado el trabajo de la Fundación al asentamiento de población en la comarca?

Hoy en día, en la sede de Aguilar trabajan casi 70 personas. Durante todas estas décadas, han pasado muchísimas más. Algunas se quedaron y otras se fueron, pero que haya un proyecto tan especial en un entorno como el de la Fundación, con una gran variedad de profesiones, genera mucho valor para el territorio. Este es un fenómeno complejo, al que hay que sumar cuestiones relativas a la cultura urbanita que nos impregna o la falta de servicios. Nosotros ponemos nuestro

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