Medio Ambiente solo autoriza la retirada de los nidos de agosto a diciembre, cuando las aves emigran a lugares más cálidos.
«Son tantísimas las iglesias que tienen este problema, que no las tenemos cuantificadas. Solo con las que vemos que pueden correr más peligro pedimos autorización a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León para que nos permitan retirarlas». Quien así se expresa es José Luis Velasco, delegado de patrimonio del Arzobispado de Valladolid, y el encargado de tramitar estas peticiones para la retirada de los nidos de cigüeña blanca que se ubican generalmente en las torres de las iglesias de los pueblos.
Y es entonces, cuando Medio Ambiente autoriza su retirada, solo entre agosto y diciembre, que es cuando las aves emigran a lugares más cálidos, cuando con la autorización en la mano, la Diputación provincial presta gratuitamente su servicio de bomberos para proceder a su retirada. «Si los afectados tuvieran que correr con los gastos que ocasiona su retirada, la factura sería muy abultada porque tendrían que alquilar una grúa de pluma, seguridad, permisos…», apuntan desde fuentes de la Diputación provincial de Valladolid.
El diputado de Bomberos y Protección Civil, Artemio Domínguez, insiste en que solo intervienen previa autorización de Medio Ambiente y para proteger la seguridad de los transeúntes y de la estructura de edificios históricos: «Los nidos aumentan año tras año. Si no se retirasen aumentarían su tamaño y su peso hasta ocasionar daños materiales importantes en la estructura que los soportan. Además es urgente su retirada por la inestabilidad, porque hay momentos que el propio nido empieza a perder estabilidad y puede suponer un peligro para los propios viandantes». Y para ello la Diputación provincial destina una dotación de tres bomberos conductores y una autoescala que puede alcanzar los treinta metros de altura.
Detractores
Pero estas actuaciones también tienen sus detractores y desde colectivos ecologistas apelan al derecho de las cigüeñas a anidar y recuerdan que se trata de una especie protegida incluida en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, y la ley 8/2003, de 28 de octubre, de la Flora y Fauna Silvestre, establece en su artículo 7 «la prohibición de dañar intencionadamente los nidos de animales silvestres e inquietarlos, sobre todo durante el periodo de reproducción».
José Luis Velasco opina que habría que buscar una solución porque los destrozos que generan son cuantiosos: «En la iglesia de Mojados, tenemos que poner los tejados nuevos. Con el peso que tienen los nidos, los tejados, maderas… se deterioran mucho. El caso de Mojados es espectacular porque no hay un lugar donde no haya nido y retejar corre por cuenta del Arzobispado».
La razón por la que estos nidos pesan tanto la encontramos en que la cigüeña, que tiene un peso aproximado de unos dos kilos, construye sus nidos ramita a ramita, que compactan y que cuando llueve se produce barro y eso hace que el peso aumente considerablemente. En cada nido habita una pareja y los pollos, que abandonan el nido cuando comienzan a volar. A partir de agosto, inician la emigración por una cuestión de alimentación, «como casi todas las aves migratorias», afirman desde Patrimonio Natural
También influyen en la emigración las temperaturas. Buscan temperaturas cálidas. En su viaje hacia lugares más cálidos suelen poner rumbo a África. «Antes bajaban hasta Senegal, pero cada vez el viaje es más corto porque buscan zonas húmedas que les faciliten la alimentación y eso lo encuentran muchas veces antes de llegar a África. Además se han acostumbrado a comer en vertederos», señala técnicos de la Fundación Patrimonio Natural.
Sin embargo, no todos los años abandonan el nido. Por ejemplo el hecho de que las cigüeñas no emigraran en 2015 hizo que el Arzobispado tuviera que esperar un año más para retirar los tres nidos que había en el tejado de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Laguna de Duero. «Si el invierno no es tan frío y si tienen la alimentación garantizada les cuesta más irse, porque cuando inician la migración hacen un desgaste energético importante que evitan si pueden», dicen desde Patrimonio Natural.
El diputado provincial Artemio Domínguez es consciente de que se trata de un ave protegida y quiere dejar claro que solo actúan cuando está en riesgos la seguridad de las personas y para conservar el patrimonio histórico. «Las aves construyen sus nidos en lugares elevados y esos lugares los encuentran en las torres de las iglesias, generalmente».
En lo alto
Las cigüeñas buscan esos lugares elevados para construir sus nidos porque de esa forma pueden defenderse de los depredadores, ya que pueden vigilar mejor, y porque les resulta más fácil iniciar el vuelo aprovechando las corrientes de aire. El caso es que una vez que han encontrado el lugar que consideran idóneo, aunque emigren en invierno, luego siempre vuelven al mismo nido, por muy lejos que hayan emigrado. «Buscan lugares donde tengan una buena alimentación, altura para emprender el vuelo y cuando lo encuentran, aunque tengan que emigrar después acaban regresando al mismo lugar», señalan desde la fundación Patrimonio Natural.
Esto hace que cada vez se vayan concentrando más nidos en los mismos lugares y cada vez más grandes, pero poco se puede hacer ante una especie protegida. Artemio Domínguez asume que es un problema en el que es muy difícil encontrar una solución definitiva. Empresas especializadas ofrecen en Internet servicios para prevenir la construcción de nidos.
Actualmente hay en el mercado tres sistemas de prevención: una falsa cigüeña, para indicar que el lugar se encuentra ocupado, un sistema de ultrasonidos que puede molestar a las aves que quieran anidar en el lugar y otro sistema, el más efectivo, según los expertos, y que se denomina ‘pastor eléctrico’ que no es otra cosa que un sistema de pequeñas descargas eléctricas si las aves intentan anidar, pero desde Patrimonio Natural advierten de que la cigüeña es un ave «muy cabezón y si el sitio es bueno, tiene comida y corrientes térmicas intentará montar el nido sí o sí».
Proyecto pionero en Castromocho
Sin embargo en Castromocho, un pueblo palentino de tierras de campos, han encontrado una solución más sostenible y duradera. Allí han llevado a cabo un proyecto pionero en la comunidad para reubicar una colonia de cigüeñas. Para ello, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, a través de la Fundación Patrimonio Natural, reubicó una colonia de cigüeña blanca que habitaba en la cubierta de la parroquia de San Esteban de la localidad. Esta actuación supuso una inversión de 60.093,48 euros que fueron aportados íntegramente por Iberdrola, en virtud con convenio que la entidad mantiene con la Fundación.
La actuación se desarrolló en dos fases: la primera comenzó en febrero del 2010 y el objetivo fue el desalojo y reubicación de la colonia instalada en la iglesia, que debido a la gran acumulación de nidos (hasta 37 en años anteriores) existía el riesgo de derrumbe. La segunda parte se estableció como prioridad actuar sobre la especie mediante un procedimiento acorde con el grado de protección de la especie, salvaguardando el éxito reproductivo de la cigüeña y no trasladando el problema a las localidades colindantes ni a otros edificios representativos del propio municipio. El seguimiento de la evolución de la colonia y la idoneidad de las actuaciones llevadas a cabo completaron el proyecto.
En los primeros meses se retiraron los nidos existentes en la cubierta y se trasladaron a un depósito para una restauración que propiciara su posterior reutilización. Paralelamente se procedió a la creación de la colonia artificial en la ribera del río Valdeginate mediante las actuaciones de obra civil necesarias y la colocación de los 16 postes soporte de nidos. Una vez terminado este proceso se protegió la cubierta con un sistema electroestático y se colocaron los nidos originales en los nuevos soportes de la colonia artificial. Posteriormente comenzó la fase en la que se debía enseñar a la cigüeña a ubicarse en este nuevo asentamiento.
Proceso reproductivo
Para ello y cercano al inicio del proceso reproductivo del ave, se realizó un seguimiento de las mismas para comprobar la evolución de la implantación. Se utilizaron cigüeñas amaestradas que sobrevolaron la ubicación original y la colonia artificial favoreciendo el traslado de la colonia a su nueva ubicación y asentamiento en los nidos originales trasladados desde el edificio. Con todas estas medidas y antes del inicio del ciclo reproductivo del ave, se consiguió su traslado no traumático desde la ubicación original sobre la cubierta de la edificación a la colonia artificial sin perjuicio para el pueblo ni la población de cigüeña blanca.
Antes de comenzar las actuaciones, la cubierta de la iglesia llegó a tener hasta 37 nidos de cigüeña. En la fecha de comienzo del proyecto, eran 18 y una vez finalizado el proyecto, todos los nidos habían migrado a las actuaciones, estando 16 sobre los postes construidos en la ribera, lo que supone en 100% de ocupación, siete sobre árboles cercanos y los restantes en las zonas próximas.
El Norte de Castilla, 2 diciembre 2016.
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