El solar que hoy ocupa la localidad y sus aledaños ya fueron lugar de asentamientos humanos en la época de transición de la Edad de Piedra a la Edad de Bronce, hace unos 5.000 años
La villa de Bárcena de Campos se ubica en la ribera del río Valdavia, a unos 67 kilómetros de la capital, y es el punto de confluencia de dos de los caminos jacobeos: ruta del Besaya proveniente de la villa de Suances y la ruta del Camino Real de la Valdavia, que unía San Vicente de la Barquera con Santo Toribio de Liébana y luego con Carrión de los Condes.
El nombre de Bárcena parece provenir de la voz prerromana Bargina, campo inundado. Una segunda opción es lugar llano próximo a un río que con cierta frecuencia lo inunda, en todo o en parte. En cuanto al apellido, simplemente describe su emplazamiento en la comarca de Tierra de Campos.
El solar que hoy ocupa Bárcena de Campos y sus aledaños ya fueron lugar de asentamientos humanos en la época de transición de la Edad de Piedra a la Edad de Bronce, hace unos 5.000 años. Estos primitivos pobladores se asentaron en las terrazas del río Valdavia, que es donde esporádicamente aparecen restos de útiles de piedra y cerámica, así como un monumento megalítico funerario de esa misma época, encontrado en fechas recientes.
Una de las primeras referencias documentales sobre Bárcena de Campos la encontramos en el primer tercio del siglo XIII, coincidiendo con el reinado de Fernando III, luego llamado el Santo. Es un documento de donación escrito en pergamino con fecha del 15 de junio de 1232 y conservado en el Archivo Histórico Nacional en Madrid.
Por este documento, Mayor García de Aza, condesa de Lara, junto con sus hijos Álvaro, Sancha, Teresa y Fernando donaban la ermita de Santa María de Esperina con todas sus pertenencias a la Cofradía de Esperina, para que hicieran sufragios por el alma del conde Fernando Núñez de Lara, fallecido en 1217 en la ciudad de Marrakesh (Marruecos), por la del primogénito de la casa de Lara, Álvaro Fernández de Lara y del resto de la familia.
Algún tiempo después de esta donación, se pierde el rastro documental de la ermita y de la Cofradía de Esperina, hasta que cuatro siglos más tarde, aparece otro documento fechado el 5 de diciembre de 1616, donde quedan recogidas las reglas de esta antigua cofradía.
En el catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 quedan reflejadas las posesiones de la Cofradía de Esperina cifradas en unas 30 hectáreas de secano en el entorno a la ermita y poco más de 150 cabezas de ganado arrendadas por periodos de seis años.
Monasterio de la Orden de San Basilio Magno.
En 1595, García Manrique de la Vega y su esposa, Leonor de Salazar, vecinos de Carrión de los Condes, donaban la casa que tenían en Bárcena de Campos junto con una parte de la huerta para que allí se fundara un monasterio para la Orden de San Basilio Magno de Roma, llamado Nuestra Señora de los Remedios. También hicieron el aporte económico necesario para transformar la casa y la huerta en un convento, convirtiéndose en patronos del monasterio.
En los documentos de donación y aporte de fondos para su transformación en cenobio, establecían que sus cuerpos y el de su tía, Constanza de la Vega, fuesen enterrados en el altar mayor de la iglesia del convento y que nadie más pudiera ser enterrado allí. Así mismo, estipulaban que el número mínimo monjes basilios que debían morar en el monasterio nunca fuese inferior a diez, más los legos que fuesen precisos.
Con la invasión de España por las tropas napoleónicas, el monasterio fue asolado por tropas franceses y tras la contienda fue rehabilitado y ocupado nuevamente por algunos monjes hasta la desamortización de 1836. No obstante, según un inventario del mismo convento de Nuestra Señora de los Remedios, el 30 de octubre de 1820 marca como última fecha de la presencia de la Orden de San Basilio en la villa, tras más de doscientos años.
El edificio del convento ha sido recuperado recientemente para fines culturales patrocinado por la Diputación de Palencia y la Junta de Castilla y León. La principal actividad de los vecinos de la villa es la explotación agropecuaria con el cultivo de cereales, algo de huerta y la ganadería lanar. En la actualidad de tiene un censo de 57 habitantes.
Otros lugares destacados son la plaza Renacentista, la iglesia parroquial de Santiago Apóstol (siglo XVI), el convento de los Basilios (siglo XVI) y una casa solariega (siglo XVII), además de varias casas blasonadas repartidas por la localidad.
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