Los expertos apuestan por la disciplina y la firmeza en la educación en la etapa de la infancia como prevención de los conflictos familiares. «Este tipo de violencia de hijos a padres es muy complicada de abordar y en Palencia ya está pasando» dice María José Ramos Cartagena, Presidenta de Mujeres en Igualdad.
Mujeres, madres monoparentales y de mediana edad. Este es el perfil de las víctimas de uno de los tipos de violencia más invisibles de la actualidad, la de los hijos a sus progenitores. Un drama que en los últimos años no ha dejado de aumentar y que se caracteriza no solo por el dolor que causa en toda una familia sino también por el difícil abordaje legal y social que tiene.
Trastornos, adicciones o incluso fracaso escolar son algunos de los muchos motivos que se esconden detrás de la violencia filio-parental, que se caracteriza por el sentimiento de culpa de unos padres que se ven incapaces de denunciar ante la ley a su propio hijo. Un hijo que, en ocasiones, además de insultar y amenazar, también ha golpeado a sus propios padres.
Una realidad oculta que está rodeada aún de un gran estigma que dificulta no solo el diagnóstico de estos casos sino también su abordaje que, en la mayoría de las ocasiones, se retrasa durante años hasta que una agresión física desencadena la denuncia ante las fuerzas de seguridad.
El tratamiento desde las diferentes administraciones públicas de esta grave problemática ha sido el eje principal sobre el que ha girado una mesa redonda celebrada en el centro de día de San Juanillo, organizada por la Asociación de Mujeres en Igualdad. María José Ramos Cartagena, presidenta de la entidad, explica la importancia que tienen organizaciones como la que preside y cuyo único objetivo es ayudar a todas aquellas mujeres que se encuentren en una situación de vulnerabilidad, víctimas de cualquier tipo de violencia como la tratada en el simposio.
«Este tipo de violencia es muy complicada de abordar. Creo que es importante escuchar a todo tipo de expertos porque en muchas ocasiones los abogados y los fiscales de menores no sabemos qué hacer con los casos que se nos presentan. Y en Palencia ya nos está pasando», explica Ramos.
Una violencia doméstica de la que, en muchos casos, sus propias víctimas no son conscientes. La problemática es transversal y afecta a todo tipo de clases sociales. Tres de cada cuatro agresiones físicas son cometidas por hombres, mientras que las mujeres agresoras recurren, de forma más habitual, a gritos e insultos. La franja de edad se sitúa entre los 13 a los 17 años y aunque se concentra en la adolescencia, los expertos explican que cada vez empieza antes.
Pablo María Araujo es profesor del centro profesional La Salle Managua y ha participado en esta mesa redonda como especialista educativo en este tipo de abordajes. El docente explica que el principal problema para poder trabajar este tipo de conflictos es la vergüenza que lo rodea y que hace que no se pueda detectar a tiempo. «Pasa como con la violencia de género. Te da vergüenza hasta que decides dar el paso. Si no tienes una red social muy potente es difícil. Son situaciones muy dolorosas para los padres. Que un hijo adquiera mucho poder y decida muchas de las cosas que hace una familia es muy doloroso».
Los expertos avisan de que es muy importante que en la infancia no se rompan pequeñas pautas como ceder ante una rabieta o premiar ciertos comportamientos. Detalles que van marcando una conducta en la que debe haber disciplina y firmeza. «Ahora los padres quieren ser más amigos de sus hijos que padres y eso es un error», agrega Pablo María Araujo.
El docente asegura que hay que estar alerta desde una edad temprana, que es el mejor momento en el que tratar un tipo de conducta como esta. Aunque hacen hincapié en la necesidad que hay de una escucha activa con los niños, también afirman que es necesario estructurar reglas y consecuencias si estas se saltan. «En el otro extremo también hay padres que son muy severos y exigentes, que funcionan con un castigo constante. Eso, sin duda, también termina siendo contraproducente. Hay que tener cuidado con los dos extremos y mantenerse en un equilibrio entre las dos partes», sostiene Araujo.
Marisol Aragón, mediadora familiar, lleva tratando casos de violencia de hijos a padres desde hace décadas. Pero, explica, en los últimos años ha ido en aumento hasta convertirse en un problema de relevancia social que sigue siendo invisibilizado por la dificultad con la que se encuentran los padres a la hora de pedir ayuda.
«Los padres son clave a la hora de prevenir estos conflictos. No se interviene a tiempo en la educación porque se cree que en los centros sociales se soluciona todo. La falta de tiempo y la comodidad hacen que se pierda la implicación de los padres en una educación que debe empezar desde la edad más temprana», sostiene Marisol Aragón.
La mediadora familiar también explica que toda aquella familia que se encuentre en una situación similar pida ayuda a los servicios de asuntos sociales sin sentir ningún tipo de culpa por la situación que atraviesan, ya que una intervención a tiempo es clave para poder llegar a erradicar una situación como esta.
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